Ivonne Vizcarra, activista feminista y agente de cambio social en pro de la mujer

En 1986 se convirtió en una de las primeras mujeres en un equipo encargado de crear y dirigir un Centro de Investigación, en este caso en Ciencias Agropecuarias

Cuestionar todo es el eje rector de la académica, investigadora y pensadora feminista, Ivonne Vizcarra Bordi, quien se ha vuelto un agente de cambio para la vida académica y social dentro y fuera del Estado de México, al mostrarle a las nuevas generaciones que nada puede detener a las mujeres para cumplir sus sueños.

La doctora Vizcarra es precursora de los estudios de género en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), es SNI III, catedrática y fundadora del Centro de Investigación en Ciencias Agropecuarias; pero no solo se dedica al estudio y a la investigación; también a la maternidad, a bailar, a su familia, a viajar, a ella, a vivir libremente.

“Nunca he dejado de hacer lo que me gusta, el deporte, la parranda, soy muy sociable, en fin, no soy tan cerrada y eso me ha abierto bastante”.

Las feministas de los 50 y 60 fueron sus modelos a seguir incluso antes de saber de qué se trataba el movimiento, “un tiempo estuve en las scouts, las mayores compartían que serían profesionistas y pensaba ¿las mujeres pueden estudiar? estaba proyectada a ser secretaria o maestra de primaria porque antes la prepa era intocable, me impresionó, fueron mis primeros ejemplos de decir `yo puedo ser eso’”.

Al iniciar el bachillerato la liberación femenina tomó fuerza; sin embargo, desde los 14 años descubrió el funcionamiento de una sociedad llena de acoso, estereotipos de género y desigualdad laboral, lo que superó como parte de su aprendizaje. 

“En ese momento no nos planteamos el feminismo, aunque la violencia de género era parte de la vida y no nos cuestionamos si estaba bien o mal, desde la prepa tuve muchas amigas violadas, solo lo sabíamos las mujeres porque no se decía”. 

Este cuerpo no se toca

Terminando la universidad tuvo contacto con empresas privadas en ámbitos «masculinos«, donde ganó experiencia sobre cómo cuidar el cuerpo como territorio con la bandera de “este cuerpo no se toca”. “Y así fue, fui fuerte en esa época, te toca vivirlo y la experiencia sirve para aprender no para arrepentirse”

Estudió Economía Rural en Quebec, sueño que se materializó después de aventurarse a viajar sola por primera vez: juntó dinero, compró un boleto de autobús y salió de México para regresar con nuevas metas.

«Sin saber si tendría beca porque era preseleccionada de entre otros 20, además no sabía francés, me tardé 5 días en llegar porque no tenía para el avión, comía solo zanahoria y pan, se me perdieron las maletas, estuve en casas de no sé quién, pero, en fin, uno va construyendo así su vida”. 

Su espíritu intrépido la convirtió en noticia para los québécois, los medios escribieron en sus titulares: »Mexicana viene en autobús para continuar su sueño de estudiar en Canadá”. Le dieron la beca, acababa de cumplir 23 años.   

En ese momento no había una lucha femenina, aseguró, ganaban espacios por necesidad, oportunidades, empujadas de las que venían atrás. Con este antecedente, en 1986 se convirtió en una de las primeras mujeres en un equipo encargado de crear y dirigir un Centro de Investigación, en este caso en Ciencias Agropecuarias, periodo en que se dio cuenta lo invisibilizadas que estaban las mujeres.

 “En ese andar cuando salíamos al trabajo de campo veía más mujeres pobres, nadie les preguntaba cómo le hacían para vivir, de ahí salió mi pregunta de investigación ¿y las mujeres del campo, indígenas y pobres qué?”

El auge de los estudios de género

Señaló que fue parte de las primeras generaciones involucradas en estudios de género en México. Su doctorado estaba ligado a ese tema, ya que era sobre economía moral, “mi objeto de estudio fue el cacao mazahua como una categoría analítica transversal de género, de resistencias, de poderes, de salir adelante con usos y costumbres, de la economía moral”.

Con esa tesis ganó el primer lugar del Premio a la Mejor Investigación de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales, también al mejor ensayo a la Reforma Agraria en México, con lo que descubrió que en el país hay una necesidad de estudiar la economía política feminista.

 “Desde ahí no he quitado el renglón, estudio eso a través de la migración, de fenómenos como el cambio climático, y ahora trabajo la conciencia ambiental”.

Para 2001 propuso un seminario de estudios de género con el que abrió muchas puertas “estábamos iniciando con todo esto y nos convertimos en asesora del gobierno en temas sobre qué es perspectiva, qué es transversalidad, qué herramientas políticas existen, qué es una política analítica, entre otros temas”.

Reconoció que a lo largo del camino se ha enfrentado al machismo, pero no como un limitante, sino como aliciente para hacer que luchar para que las cosas sean diferentes. 

“Por eso las manifestaciones actuales de las jóvenes me encantan, aunque sean criticadas no importa, en cada época se grita de una manera diferente y es la época de gritar de esa manera y hay que hacerlo”.

Sin embargo, consideró que el panorama a futuro no parece pintar mejor, por ello su misión es formar gente para que estén preparados para lo que se viene, “por eso es importante hacerse preguntas, no quedarse con la respuesta que les da la vida, sospechar, eso no hace investigadores”.

ASME