Aborto legal y seguro
Con singular alegría
Me dio mucho gusto leer la información que vino de la Cámara de Diputados local, en la que se habla de la legislación del aborto.
El Estado de México ocupa el primer lugar nacional —por el número de mujeres que acuden a la Ciudad de México— en realizar este procedimiento, claro, por ser el más poblado del país. De 2007 a 2024, más de 77 mil mexiquenses acudieron a la capital mexicana para abortar. Y eso es lo que se tiene documentado, aproximadamente.
Qué triste y qué desastre.
Por supuesto que la representación femenina debe reflejarse en las políticas públicas que se establezcan y en el presupuesto que les den para ejercerlas. Hasta que les dio la gana atenderla. Y sé de lo que hablo.
Dentro del Consejo Estatal de Población, que dirigí hace 34 y por tres años, se situaba el programa de la mujer de la entidad.
En la dependencia se instrumentó una propuesta importante de Planificación Familiar, con la que se redujo el índice de la natalidad. De 2.09 a 2.2. Y eso no fue poco, pues se utilizaron más estrategias y se cumplieron. Mil estrategias y las cumplimos. Algún día lo abordaré con mayor extensión.
De verdad que sí hace falta que se legisle en cada estado de la República Mexicana.
Ese espejo de día, en el que todas ellas, cuando nadie las ve ni las toma en cuenta, hoy tienen en el calendario su día. Mientras en todo la orbe se está celebrando la miseria humana de la mujer, en muchos, muchísimos países –por supuesto incluyendo el mío-, muchas de ellas se están muriendo de hambre y preguntándose, además: ¿qué le daré a mi hijo de comer hoy?
¿Cree usted, que la verdad le alcance con los mil 600 pesos que les da el gobierno al mes, por hijo? ¿Es necesario que el gobierno esté promoviendo darles ese dinero?
Pésima estrategia. Si no pueden con uno, ¿qué carambas podrán con tres?
Y siguen pidiendo el aborto legal y seguro. La no muerte de sus hermanas, la igualdad en los salarios. No ser golpeadas, violadas, ultrajadas, denigradas, asesinadas.
Y en realidad mucha culpa, la tenemos nosotras.
No educamos a nuestros hijos para que exista igualdad de sexos. Debemos cuidar a los 67 millones de mujeres que viven en nuestro país y hacerlas entender que la mujer es la que se embaraza. Ella puede dar a luz cada nueve meses; él puede embarazar a una mujer a diario.
La verdad es que, si acaso desde 1975 se instituyó un solo día al año, dedicado a la mujer en el mundo, todos los días de todos los años, de toda la vida, deberían de ser el día de la humanidad. Y ellas son las que la crean.
Tengo ya muchos años en mi haber y, la verdad, es que me ha dado muy buena vida. Yo me siento verdaderamente igual al hombre. Con la diferencia, por supuesto, de que yo puedo tener hijos. Así que, si me ponen enfrente a cualquier persona, tengo la posibilidad de hablarle de tú a tú, sin perturbar y sin que me dé miedo alguno. Pero, mantener a otro ser, sí que ha sido bien difícil.
Tuve la fortuna de que mis padres —ella y él— fueran profesionistas. Que trabajaran juntos para que mi hogar tuviera todo lo bueno, que se apoyaran en las buenas y malas, que fueran un equipo, una pareja, una forma de vida, buscando un objetivo en común. Que con esfuerzo y amor formaran a sus hijas.
Todos los días de toda la vida, para mí, son míos. Son días de la humanidad. Son días de la mujer que por orgullo y por honor llevo dentro y el recuerdo que tengo de haber sido, desde siempre, intuitiva en cuestión de afectos y desafectos, en fin, muchas horas de entrenamiento. Para ser una buena madre… para ser mujer, hija, hermana, esposa y compañera.
Estoy hablando de todas las mujeres que conozco dentro y fuera de este muy difícil mundo. Mexicanas muy probablemente se lleven la presea, por ser entusiastas, inteligentes y luchadoras.
Me lastiman mucho las mujeres muertas alrededor de la República. No puedo entender qué es lo que pasa. Yo no sé cómo esto sucede sin que nadie pueda pararlo. Eso sí merecería una llamada brutal de atención a la agenda pública.
Y de las violaciones, ocurran donde ocurran, pienso que son un acto que implica violencia, falta a los principios básicos y falta absoluta de valores morales, así como de incapacidad afectiva, de congruencia con el alma, la voluntad y el espíritu de cualquier ser humano.
Y feministas o no, tienen la razón en no consentir que ningún violador sea sujeto de credibilidad en ningún partido político, bajo ninguna circunstancia. Es inmoral.
Y termino en reflexión: ninguna mujer, por más inconsciente que se piense que sea, llega al doctor, feliz de la vida, diciendo “Heme aquí, llegué. Practíqueme un aborto rápido, porque en la noche, salgo de fiesta”.
Tan tan.
gildamh@hotmail.com