¿Ahorrar, cuidar o hacer uso responsable del agua?

Cuántas veces hemos escuchado en campañas tanto oficiales como no oficiales el concepto de ahorro de agua, veamos por qué no es del todo correcto.

El concepto de ahorro personal es utilizado primordialmente por la economía y se refiere a la cantidad de recursos económicos que no fueron utilizados para consumir bienes y servicios. Pero que se asume que siguen en posesión de la persona para ser invertidos o utilizados para consumir en el futuro.

Se acepta que esta porción de recursos sólo puede provenir de un excedente, una vez satisfechas las necesidades elementales, de otra forma, no sería ahorro, sería un perjuicio al bienestar personal. Si una persona requiere una cantidad diaria de calorías para el adecuado funcionamiento de su cuerpo, y cree que ahorra al comprar la mitad de lo requerido, estaría en un error.

Otro ejemplo, una persona necesita aproximadamente 400 l de oxígeno al día, sería ocioso pensar que, si dejamos de respirar unos segundos al día, estaríamos ahorrando oxígeno.

En el consumo de agua ocurre lo mismo, sólo pueden “ahorrar agua” los que han cubierto al 100% sus necesidades, algunos mencionan que esta cantidad se ubica entre 100 y 200 litros diarios, depende de factores como el nivel socioeconómico y clima, etc.

En todo caso, el agua no se ahorraría, toda vez que la persona no la guarda, en todo caso el ahorro sería equivalente al ahorro nacional, es decir, la sociedad sería quien decidiría a que usos destinar esa cantidad de líquido.

Por lo anterior, las personas no debemos ahorrar agua, podemos y debemos consumirla responsablemente, en las actividades eminentemente necesarias, adicional a esto, es necesario valorar al agua, pero como un bien social, no otorgarle etiquetas que hacen referencia a un valor monetario como es el ahorro.

Una empresa si puede disminuir su consumo de agua, y con ello ahorrar dinero (bajar costos). Para el caso de consumo personal, también una disminución de agua le beneficiaría con un monto menor en el recibo de agua. En ambos casos, el ahorro es monetario (efecto), y la disminución de consumo de agua su causa.

El ahorro es una acción deseable tanto a nivel personal como empresarial y nacional, es algo que no se considera obligatorio, pero habla de buena “salud” económica; en el caso de un bien renovable, pero finito, no puede ser sólo opcional, sino obligatorio en un entorno de escases y sequía. Por ello, nuevamente, el concepto de uso responsable es más aplicable.

El concepto de cuidado del agua tampoco sería del todo acertado, si es que queremos referirnos a un menor consumo, como ya mencionamos, a lo que debemos aspirar como sociedad es hacer un uso responsable y en un sentido más amplio, hacerlo de forma sostenible, cuidarla haría referencia a no contaminarla, a conservarla, a cuidar sus características que le hacen tener valor de uso para el planeta y la vida que en él habita. Estas precisiones conceptuales nos pueden ayudar a plantear de mejor forma las políticas públicas que necesitamos.