Café Tacvba, una banda con sabor refrescante

Los de Ciudad Satélite se reinventan en sonido y hacen vibrar a 10 mil almas en el primero de los cuatro conciertos en el Auditorio Nacional

Prometieron un concierto diferente e inolvidable, y lo cumplieron y es que no por nada son una de las bandas más importantes de América Latina y sin salir de esa preocupación por el medio ambiente, Café Tacvba ofreció un viaje musical por sus 33 años de existencia.

Pero ¿cuál fue la diferencia de los conciertos acústicos que han realizado a este? Pues simplemente que recrearon arreglos diferentes sin perder su esencia y su origen e hicieron que su Chilanga Banda cantara, brincara, bailara y una que otra derramara las de cocodrilo, al recordar épocas pasadas o a algún amor que ya fue.

Los Tacvbos iniciaron la primera velada de cuatro trasladando a su público, que abarrotó los 10 mil asientos del Auditorio Nacional, a sus orígenes y por obvias razones la que no se perdona por ningún motivo en cualquiera de sus conciertos es “María”.

Celebra Café Tacvba 33 años

Rubén con su clásica vestimenta de manta blanca, reboso negro y sombrero de paja con su voz le cantaba a la que sale de noche y sola, mientras que Meme, Joselo y Quique, vestidos de negro, recordaban con sus instrumentos el primer éxito de la banda que nació en 1989.

Con un escenario sencillo en dónde sólo los músicos y sus utensilios de trabajo sobresalían de unas luces tenues y rojas, las cuales le dieron ese toque de intimidad y complicidad a la noche que apenas arrancaba con “Diente de león” y la cual fue acompañada por las palmas de los presentes.

“Oeee, oeee, oeee, oooeeee, Café, Café, café” retumbó en las paredes del coloso de Paseo de la Reforma y con esto la gente se entregó sin poner resistencia alguna a los de Ciudad Satélite.

Fue el momento para que el cuarteto sacara de la chistera “El Metro”, rolita que viene en uno de sus discos más codiciados por los conocedores, el Re (1994).

“Que chingón una rolita del pasado, hace un chingo que no la tocamos».

«En aquellas épocas nos gustaba el alcohol, ahora también, pero para las heridas”, aseguraba el frontman de la banda.

Con “El Ciclón” y “Bar” mantuvieron la nostalgia al máximo. Ya todas las almas de pie se desgañitaban para cantar con quien se hiciera llamar Pinche Juan, Cosme, Anónimo, Massiossare, Nrü, Amparo Tonto Medardo In Lak’ ech, Rita Cantalagua, Gallo Gasss, entre otros seudónimos que ha utilizado Albarrán a lo largo de su trayectoria.

“Mandamos un racimo de flores al universo” y con esto el griterío no se hizo esperar ya que “Las Flores” se entonaba mientras que Rubén brincaba y bailaba como si el tiempo no hubiera pasado por él.

Acompañados con el sonido de una banda oaxaqueña, Café Tacvba entonó “La chica banda”, lo que provocó la locura y hasta el intento de uno que otro círculo de slam, pero por el espacio y el recinto no se lograron.

Los clarinetes y tambores se mezclaron con los acordes de “La Muerte Chiquita”, para luego dedicar a los mares, ríos y lagos “Olita de Altamar” en donde pidió a la gente que honrara y protegiera el vital líquido que conforma nuestro planeta.

En el escenario los cuatro músicos mostraron lo bien que se acoplan, la integración, respeto y amistad que hay entre ellos es por eso que cada uno tuvo la oportunidad de cantar, por ejemplo, Quique Rangel interpretó “Futuro”, la cual viene en disco “Jei Beibi”.

El escenario del Auditorio se abrió más, las luces cambiaron también y de atrás de la banda una orquesta sinfónica se escuchó con “El Aparato”.

Emocionado Rubén agradeció la integración de los músicos y clásicos como “La Locomotora”, “Las batallas” y “Rarotonga” mostraron un sonido totalmente renovado y fresco.

Pero la sorpresa musical de la noche estaba por aparecer y fue con un organillero que la banda de rock mexicano hizo erizar la piel cuando interpretaron “Mediodía” de su “Cuatro Caminos”.

La trompeta de Franklin y el saxófono de quien el cantante llamó Migte y las percusiones de Nacho, le dieron un sabor afrocaribeño al “Outsider”, para luego hacer cantar las rimas de “Chilanga Banda” de Jaime López.

En este punto, Rubén ya anunciaba que la noche ya tenía fecha de caducidad y sin más “El puñal y el corazón” no se hizo esperar.

Aprovechando el buen ritmazo que desenchufadamente traían, pero que fue la última rola del primer corte.

“Oeee, oeee, oeee, oooeeee, Café, Café, café”, se volvió a escuchar y la banda nuevamente tomó el control del escenario.

Pero esta vez el combo fue de conciencia, amor y desamor, sin abandonar el karaoke que Albarrán permitía.

El vocalista ya luciendo otras ropas, ahora de color negro y su playera sin mangas, entonó “El espacio”.

Con “Volcán”, una vez más el cantante hizo un llamado para cuidar a Pachamama, a la madre tierra. “Victoria para el planeta”, pidió el Tacvbo.

Rubén desapareció del escenario, y con guitarra en mano Meme tomó el control a lado de Joselo y Quique para poner el momento romántico con “Aviéntame”, rola que fue parte del soundtrack de “Amores Perros” y remató con “Eres”.

Ya con Rubén de regresó los cuatro hicieron cantar “Quiero ver”

“Hemos navegado por una vida feliz, gracias a la música y a ustedes, ¡muchas gracias”, aseguraba el cantante para cerrar las más de dos horas con “El baile y el Salón”, otras de las imperdibles en sus presentaciones.

Y “Ojalá que llueva café”, del maestro Juan Luis Guerra, y que fueron acompañados por el dueto huasteco de Aníbal e Iván.

SPM