Ciclo natural y ciclo urbano del agua

La Fuente

Pocos conocemos las funciones que están detrás del prestador de servicio de agua que nos atiende en nuestra ciudad o localidad. Muchas veces identificamos solo aquella que es más obvia (que es proveernos de agua) y creo que esto se debe, en parte, a que en los libros de texto de educación básica en México se enseña solo el ciclo natural del agua, que sin duda es importante conocer, pero no es suficiente si no se relaciona con el uso y manejo del líquido en las poblaciones.

En este sentido, sería muy importante incorporar el estudio del ciclo urbano del agua y su interrelación con las relaciones sociales.

El primer paso del ciclo es la extracción del agua. Para ello se requiere de conocimientos geológicos, si son aguas subterráneas, y de ingeniería si son superficiales. Lo importante aquí es identificar los factores que deben ser considerados para determinar la cantidad de agua que puede extraerse sin modificar el equilibrio ecológico a corto, mediano y largo plazo. Aunado a ello, se debe conocer a la perfección la estrategia de extracción que se implementará, así como las herramientas tecnológicas necesarias y el costo de la operación.

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El siguiente paso es la potabilización. No toda el agua cumple con la calidad suficiente para el consumo humano, de acuerdo a las normas mexicanas. En este proceso intervienen profesionales de química, de la salud y laboratorios especializados. 

De acuerdo con los contaminantes encontrados en el agua, se determinará el proceso adecuado de desinfección, algunos de ellos son sencillos y económicos, pero hay otros más costosos y complicados. La norma mexicana que marca la pauta a seguir acabo de ser actualizada este año y establece nuevos y más estrictos parámetros, lo que representa nuevos retos para poder cumplir con ellos de manera efectiva y eficiente.

Luego viene la distribución del agua a los usuarios. Para ello se construyen miles de kilómetros lineales, lo que requiere de un gran esfuerzo y de una gran inversión en infraestructura, misma a la que se le debe brindar mantenimiento y se debe considerar su sustitución cuando haya cumplido su ciclo de vida. Además, también necesita responder al reto del crecimiento de las zonas urbanas y rurales.

Es en el proceso de la distribución donde se pierde la mayor cantidad de agua que extraemos y que vuelve muy ineficiente su gestión e incluso provoca que constantemente se pretenda un incremento en el volumen de extracción.

Por la parte social, si se consigue la correcta distribución de agua y se hace efectivo el derecho humano al agua, cabe señalar que de su incumplimiento surgen diversos conflictos: problemas de salud, costos elevados para proveer del líquido en los hogares y rezago en las actividades económicas que dependen del agua para su desarrollo.

Hay un paso más: el consumo en nuestros hogares. A priori no pensaríamos que esto es responsabilidad de los prestadores del servicio, pero sí lo es. En la mayoría de los organismos operadores, una de las responsabilidades, establecida en sus atribuciones, es difundir una adecuada cultura del agua. No existe otra institución más involucrada en estas labores.

Los organismos operadores deben informar de sus acciones, emprender campañas de valoración del agua, establecer una adecuada estructura tarifaria que refleje los costos de la extracción, potabilización y distribución del agua. Son precisamente los usuarios quienes con su contribución, por el uso público del agua, sostengan financieramente el servicio. Aquí de nueva cuenta se involucra lo social. Si no se establecen adecuadamente los incentivos al pago y si no se establecen acciones que motiven el uso racional del agua y servicios relacionados, entonces de nueva cuenta peligra el recurso hídrico.

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Otra fase es la recolección de aguas residuales. Posiblemente, uno de los procesos menos conocidos por la sociedad. Para esto se requiere de una red igual de extensa que en la distribución, pero en este caso si las líneas presentan fugas se propicia la contaminación, lo que repercute en la salud de la población e incluso podría limitar la disponibilidad de más agua al contaminarse las fuentes de extracción.

El último paso es el tratamiento de las aguas residuales y su reúso. La infraestructura necesaria en este punto es igual o más costosa que en los procesos anteriores. En México el derecho humano al saneamiento es menos cumplido que el derecho humano al acceso al agua, sin embargo, el impacto negativo de esto pocas veces se relaciona con otras afectaciones, incluso pude ser muy perjudicial en aspectos de: salud, contaminación y deterioro ecológico, que por sí mismos son otros derechos humanos.

Para la reutilización del agua tratada también se requiere de más infraestructura, así como nuevos procesos que involucran también a la sociedad en su conjunto y que nos permitiría disponer de menos agua potable para ciertos usos consuntivos. 

En resumen, y con esta simplificada explicación del ciclo urbano del agua, tratamos de poner en la mesa de discución la importancia de conocerlo y entenderlo como sociedad, ya que es fundamental para valorar el recurso que hasta hoy no hemos sabido apreciar.

Hugo Roberto Rojas Silva

econorojas.h@gmail.com