Clases medias y definiciones electorales
Históricamente los grupos sociales poseedores de la mayor concentración de la riqueza son minoritarios y para instituciones como OXFAM: “Desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Las penurias y el hambre son una realidad cotidiana para muchas personas alrededor del mundo. A este ritmo, se necesitarán 230 años para erradicar la pobreza; sin embargo, en tan solo 10 años, podríamos tener nuestro primer billonario”. Esta preocupante realidad deja ver que el fenómeno ha venido creciendo y lejos de resolverse, la concentración aumento con motivo de la pandemia del COVID.
La polarización política que se vive a escala mundial tiene que ver con la respuesta que amplios sectores de la sociedad reclaman a sus políticos y a sus partidos; hay que reducir la brecha de la desigualdad. Los líderes populistas (tanto de izquierda como de derecha) han aprovechado esta condición para construir un discurso opositor muy rentable, basado en el fin de los privilegios de “la casta” como dijo Javier Milei en campaña por la presidencia de Argentina o a “los conservadores”, como suele decirle nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador al referirse a las elites mexicanas. La concentración de la riqueza en nuestro país nos coloca con la dudosa reputación de ser el país con el mayor crecimiento de sus multimillonarios tan solo rebasados por Rusia. De ahí el éxito del discurso presidencial y de ahí mismo, la rentabilidad electoral del gobierno de la autodenominada cuarta transformación.
Desde que Viri Ríos publicó por primera vez su libro “No es normal” a finales del 2021, ha logrado más de 6 reimpresiones. El texto, es un inteligente alegato para colocar el tema de la desigualdad en el centro del debate económico. Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con el comportamiento electoral? La primera respuesta, es que todo, me explico:
En nuestro país, “el 0.2 por ciento más rico posee 6 de cada 10 pesos de la riqueza de México. Mientras tanto, 46.8 millones de personas viven en situación de pobreza y más de 9 millones no saben si podrán comer al día siguiente” (Milenio; 23/01/24). Esa grieta social alimenta el discurso polarizante de AMLO y la propia 4T, tanto para los que se autoubican como electores de izquierda, como para la amplia franja de simpatizantes del gobierno en turno, por eso su base de apoyo casi no ha caído a lo largo del sexenio y su candidata presidencial parece conducirse al triunfo en las siguientes elecciones. Muchos han criticado el estilo, ausencia de liderazgo y pobre carisma de Claudia Sheinbaum, pero para ser honestos, no los necesita, pues su posición estratégica en esta campaña es el de continuidad y en tanto más se alinee con las propuestas del gobierno en turno, menos recomendable sería alejarse del manto presidencial. Van en el mismo proyecto y si ha dado resultados, no es atendible escuchar las recomendaciones de quienes sugieren lo contrario. Ya le llegara el turno de gobernar y será hasta entonces cuando pueda medirse el diseño institucional que nos proponga, por el momento su reto es capitalizar la diferencia a su favor, conservarla y ganar la elección.
En las antípodas se encuentra Xóchitl Gálvez, quien tendrá que aglutinar electores que se encuentran en la franja de clase media vulnerable y para quienes el “aspiracionismo” que tanto critica el presidente, es un alicate que les permite seguir adelante en la búsqueda de mejorar sus condiciones de vida. No lo ha conseguido en casi 6 meses de posicionamiento y eso resulta necesario para hacerla competitiva. Si quiere ganar, el siguiente paso sería avanzar en los sectores populares en los que hay desencanto con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (que los hay), llegar a ellos sin el impulso particularmente del PRI se antoja complicado y con el PAN no será suficiente, pues los techos de participación en sus principales enclaves se encuentran casi al tope. Una campaña emotiva, con datos que evidencien los yerros de este gobierno, sugieran una nueva ruta para resolverlos y, sobre todo, la aleje de esa concepción elitista que le transmiten los cuadros de los partidos que la abanderan, serán determinantes en su crecimiento electoral. Si eso no sucede en las primeras semanas de su campaña, la elección se habrá resuelto como en el estado de México, aun antes de haber iniciado la campaña electoral. ¡Veremos!