¿Confiamos en los partidos políticos?
Diálogo en silencio
Después de ver lo ocurrido en el proceso de reorganización interna del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), donde se evidenciaron prácticas que quizá se debería haber ya superado, como el acarreo, la participación clientelar, golpes, urnas incendiadas; como ciudadanos nos debemos plantear algunas interrogantes.
Al margen de lo que expresaron los dirigentes, que por supuesto calificaron las asambleas distritales para elegir a las y los congresistas nacionales de Morena, como un ejercicio copioso, con plazas llenas; responsable y que se efectuó en unidad, a la luz de los hechos que se observaron el sábado y domingo, habría que preguntarse cómo fue vista esta jornada por el resto de los ciudadanos, aquellos que no participaron, que no tuvieron que acudir por obligación con la amenaza de retirarles un apoyo o que tuvieron algo más que hacer en su fin de semana.
La jornada fue calificada de democrática, plural, incluyente y transparente.
Esa es la postura de los dirigentes y simpatizantes y es respetable, pero a raíz de lo que vimos, una pregunta que se puede realizar es si la gente confía en los partidos políticos y en ese tipo de prácticas.
Seguramente no.
En nuestro país, los partidos políticos están en la última posición de confianza ciudadana.
El 76.4 por ciento de la población de 15 a más años dijo confiar poco o nada en los institutos políticos, mientras que 21. 8 por ciento dijo tener mucha o algo de confianza en ellos, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020 que levantó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
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Y con acciones como las del fin de semana, parece que no se abona en revertir ese porcentaje.
Es cierto que los partidos políticos traen su propia inercia y su propia agenda interna que deben cumplir para mantenerse vigentes en épocas no electorales.
Esos trabajos de reorganización interna más que para enriquecer su activo que es la militancia, parece que es la lucha de posiciones para preservar el control por parte de alguna de las facciones, que siempre ven por sus parcelas de poder.
Es ir allanando el camino para determinados cuadros.
Pero también es un hecho que como ciudadanos debemos interesarnos más en ver cómo van contribuyendo a enriquecer el ambiente democrático en nuestro país, ya que reciben dinero público para sus actividades ordinarias, entonces tampoco nos debemos de desentender de lo que hacen o dejan de hacer esas organizaciones políticas.
Veremos hasta dónde el resto de los partidos políticos en México tienen capacidad de reinventarse porque vienen desafíos muy importantes en la arena electoral: dos gubernaturas:
La del Estado de México y Coahuila y un año después la presidencia de la república.
La jornada de reorganización de Morena podrá criticarse, pero lo cierto ahí está, guste o no, se mantienen vigentes avanzando en la ruta que ellos han definido para competir electoralmente.
Ahora hay que esperar a ver qué opina el resto del electorado y de los competidores, acerca de esas prácticas; si las reprueban, las aceptan o les son indiferentes, no obstante que se trata de acciones que deberían enriquecer el sistema democrático del país.