Cristina Pacheco: Así fue la primera entrega de la columna Mar de Historias en La Jornada

Cristina Pacheco dejó un gran legado en el periodismo mexicano gracias a su calidad como entrevistadora quien acercó historias cotidianas a los mexicanos, pero así fue la primera entrega de la columna Mar de Historias en La Jornada.

Durante una entrevista que el editor Víctor García ofreció a la revista Gato Pardo, recuerda cómo fue la primera entrega de su columna que se hizo imprescindible todos los domingos en el periódico fundado por Carlos Payán.

Cristina Pacheco: Así fue la primera entrega de la columna Mar de Historias en La Jornada

García dio a conocer que quien fuera la esposa de José Emilio Pacheco (Las Batallas en el Desierto) cómo mandaba todas las semanas su colaboración o la escribía.

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«Cuando salí de la facultad ingresé al periódico La Jornada como auxiliar de redacción en la mesa.

«Era muy padre porque llegabas a la redacción y veías a Cristina Pacheco, a José Emilio, a Carlos Monsiváis, a Rufino Tamayo. Y tú decías ‘wow’ parece que estoy nadando aquí entre tiburones, a ver qué día me comen», relató García.

Sin embargo, la periodista, quien trascendiera desde hace muchos años a varias generaciones de mexicanos gracias a la aportación social que realizó por su trabajo en el diario y en televisión directamente Canal Once con el programa «Aquí nos tocó Vivir» y «Conversando con Cristina Pacheco», siempre se adaptó a las tecnologías para nunca fallar en su trabajo.

«Todos los sábados, a eso de las 06:30, iba a la dirección por el texto de Cristina Pacheco, que en ocasiones lo mandaba por fax y a veces en un sobrecito.

«Era un placer. Pensaba: ‘¿estuvo en manos de Cristina Pacheco?, ¿lo habrá leído José Emilio?’ Un montón de preguntas», recordó.

Honrado, dijo, haberse sentido al leer de primera mano la columna que cientos de mexicanos disfrutarían los domingos.

«En ese momento, cuando recibía algún fax, hacía ruido la máquina y ahí ibas a revisar que pasara bien el fax, que no estuviera comido y verificar que las tipeadoras (máquinas en las que ponías las letras de una prensa antes de imprimir), no se comieran las letras.

«Entonces era un ambiente muy padre y era como ese viejo periodismo artesanal, como de ir colocando las letras una por una con los tipos móviles para no perderte».

AL