De Blondi, poder decir adiós y crecer…

Queridos todos, este es un tema que me toca tremendamente en el núcleo donde habitan muchos de mis sentimientos y vivencias. Un tema que desnuda mis miedos y que al mismo tiempo muestra lo vulnerables que las madres podemos ser, sobre todo las que decidimos ser madres en plena juventud y que aprendimos por la buena y a la mala lo que significa amor ilimitado, responsabilidad y muchas otras cosas. 

En países donde muchas mujeres somos jefas de familia y que podemos perfectamente relacionarnos de manera lineal con “La cabeza de mi padre” libro escrito por Alma Delia Murillo – que en mi caso eran más bien la piernas y manos de mi padre por su gran estatura, estilo las medias de la Nanny de los Muppets – ni siquiera nos pasa por la cabeza el pensar en relaciones idílicas, y lo que la sociedad espera de nosotras, más bien vamos aprendiendo a conformarnos con “un ataque de pánico al día” y si salimos invictas una semana nos volvemos diosas poderosas…

Que, ¿a qué me refiero? ¡Ah, eso es fácil! A “Blondi”, opera prima como directora de Dolores Fonzi y una más de las obras cinematográficas en donde aparece, con un rol maravilloso que nos retrata a muchas, espero no estarme proyectando de más, aunque tampoco podría evitarlo.

Directora, guionista y actriz, es casi casi como ser la madre a la que representa en el cotidiano: Lo canto, lo bailo, lo toco y lo compongo, y, ¿qué creen? Lo hace muy bien. La premisa es aparentemente simple: “Blondi y Mirko son mejores amigos. Les encanta vivir juntos: escuchan la misma música, fuman marihuana, tienen los mismos amigos y todo resulta perfecto entre ellos, pero, aunque parecen casi de la misma edad, Blondi es la madre de Mirko.”

Y es que, si no leyéramos la última oración, podríamos pensar que puede ser una comedia romántica, pero termina por ser un drama con amplias dosis de comicidad en la tragedia misma.

En la realidad que dejan los embarazos adolescentes en Latinoamérica y lo que de ellos resulta, Blondi es una cuasi excepción a la regla, madre de Mirko a los 15 años, rasgando al estereotipo de la mujer amargada, sufrida y que dedica parte de sí a la convivencia con un hijo bastante consciente. Generadora de una disfuncionalidad que funciona, al menos para ellos. Aunque no todo es color de rosa, evidentemente su acceso a la educación es limitado, aunque su gusto por la cultura sea exacerbado y sus opciones laborales son precarizadas, porque así es la vida y si alguien tiene que joderse, que se jodan las mujeres…

A las actuaciones de Fonzi como Blondi y de Toto Rovito como Mirko las refuerzan: Carla Peterson, Rita Cortese y Leonardo Sbaraglia entre otros, volviendo a cada uno de los personajes entrañable, excepto por el cobarde de Eduardo, pero ya lo conocerán y espero que también lo vomiten, por más que sea – taaaaaan – guapo.

La atmósfera envolvente está a cargo de la música, The Velvet Underground, Blondie, et all, logran ponernos en el ánimo de este viaje del héroe que acompañado por su madre debe tomar la decisión de partir para “tener una vida mejor” – jamás he entendido lo de la vida mejor, – nunca había llorado tanto, considerando que me fui de casa a los 17 años, al pensar que mis hijos deberán de irse y auto generando el compromiso interno de dejarlos volar libres sin llorar, -delante de ellos, – aunque termine ahogada en mis lágrimas un par de minutos después. 

La invitación es a verla a través de Prime Video y a compartir con su Palomita de la Guarda, ¿qué se siente saber que somos finitos y que algún día nos tocará decir adiós? Si algo tuviera que reclamarle a esta cinta es la ausencia de una canción que pudo haber sido fundamental: “Adiós” de Cerati y es que: Separarse de la especie por algo superior, no es soberbia, es amor. Poder decir adiós, es crecer, ¡Hagamos un soundtrack! – manden sus links de rolas para saber decir adiós a: palomacultura@gmail.com

DB