De Djuvens Colas y la musicalidad del orgullo de ser

Antevasin

La tarde de un día lluvioso parecería un viernes cotidiano de Toluca, mujeres caminando cuidadosamente evitando los charcos sobre la banqueta, hombre corriendo con paraguas o sin ellos, niños chapoteando en los charcos ante los regaños de sus madres preocupadas.

Sin embargo, este no era un viernes cualquiera, mientras los otros corren con la urgencia de llegar a casa, en la Alianza Francesa de Toluca había un ánimo expectante, la gestión cultural en todo su esplendor, personas preparando mesas, botellas y bocadillos, en un par de horas más su majestad “la música” se hará presente.

La gente va tomando sus lugares, los nervios, la pasión, el miedo, poco a poco el espacio va siendo menos, los cubrebocas – imprescindibles aún, ¿cuándo diablos terminará esta pandemia de bozales y silencios? – Caras sin bocas, varias, saludos entre sí, en ocasiones sin reconocer al otro.

Aparece una mujer alta al escenario, saluda al público y detrás un hombre alto, ella lo presenta y el sonríe, todo se ilumina.

Ella dice bienvenidos a escuchar a Djuvens Colas trío, suben entonces tres hombres más. Las luces bajan, el recinto se vuelve azul.

La música inicia y nos envuelve gracias a su presencia. Djuvens Colas Trío, como su nombre lo dice un trío de artistas maravillosos que son capaces de interpretar los acordes de un afro jazz lleno de posibilidades y libertad.

Se preguntarán, ¿quién es DJuvens Colas? Pues bien es un actor, compositor y arreglista de origen haitiano, que destaca en su ejecución de la guitarra.

Radica en la Ciudad de México desde hace tiempo y se da el lujo de apelar a los sofisticados sonidos de artistas tales como Mike Stern, Wes Montgomery, Lionel Loueke, George Benson y otros tantos más.

Amante de su instrumento desde la adolescencia. Ha colaborado con grabaciones con artistas tales como Sylvie Henry, Eline Fleury, Alex Terrier, etc.

TE RECOMENDAMOS: De la validez del deseo

El AfroJazz interpretado por este trío es una combinación de ritmos vaudou haitiano y Bebop de John Coltrane, lo cual garantiza de inmediato una fusión exitosa de ritmos que provocan un espectáculo muy disfrutable en toda la extensión de la palabra.

Durante la presentación llevada a cabo disfrutamos de la ejecución de esta mezcla cuasi perfecta, con el espacio para lo humano y lo divino. 

La innegable maestría de Djuvens en una voz y guitarra que ríen y lloran cíclicamente, acompañado por Jethro Martial en la voz y el teclado, Edy Vegas en la batería y F. Mark como vocalista invitado, amalgamando su arte en una posibilidad infinita.

Al ritmo de  Zanmi Blan Mannan, Yoyo, Piè a Leman, Full House y I feel Good, por solo mencionar algunas de las obras interpretadas han llevado al público desde los ritmos de reflexión hasta el baile, la felicidad y el éxtasis, el público toluqueño, – con fama de frío y poco participativo demostró todo lo contrario –  bailó, cantó y aplaudió hasta el cansancio.

Al término del concierto tuve la posibilidad de entrevistarlos y comprobé que su actitud celebratoria en el escenario coincide de manera congruente con su actitud al presentar quiénes son en lo cotidiano, las sonrisas permanecen y la pasión se muestra al compartir sus razones para hacer de lo que hacen una forma de vida.

Ahí me platicaron que inician siempre con melodías suaves para evitar asustar a los asistentes  y de manera progresiva van aumentando la intensidad de las interpretaciones y llevando de la mano al público por un sendero que termina de una manera impresionante en un trance con los instrumentos y la voz propios, expresando con todo el cuerpo como una extensión de este rito de comunión humana.

Con ellos confirmé que infancia es destino, y que cuando es respetada, se divierte convirtiéndose en un sueño que palpita, una coreografía de sagrados movimientos que da espacio a cada uno de los participantes.

Djuvens Colas nos dijo que el jazz para él es: “Libertad de expresión, con una variedad de cosas por hacer, no hay límites, estás en algo infinito. Ningún concierto va a ser igual, todos son distintos.”

Es desde esa infinitud que la vida sucede mientras Djuvens rasga el inicio de una nueva melodía, Edy Vegas marca el ritmo, su rostro se modifica con cada baquetazo y Jethro Martial acompaña en el piano con concentración científica, F. Mark lanza una nota vocal, el escenario se vuelve pequeño, Djuvens sonríe, el jazz es inmenso.

FOR