Siempre he creído que ser mujer es una bendición, más allá de todo lo que implica a últimos tiempos y de las 25,000 responsabilidades con la que la sociedad pretende cargarnos. Amo ser mujer.
Amo todo lo que ser mujer implica, a pesar de que cuando era niña y leí La buena tierra, de Pearl S. Buck, no entendía el porqué de que fuera una desgracia para las familias en China que les naciera una hija, será que yo me sentí siempre tan amada y deseada por mi madre que jamás pude entender esa imbecilidad… pero luego nacieron mis hermanos y comprendí el concepto de los celos y el machismo, o el intento de llevar el machismo hacia mi vida – afortunadamente para mí, los años de ser “única” me habían forjado un carácter y un temple a prueba de abuelas madres de tu padre brujas y machistas, – cada vez que mi “ella” – mi abuela brujerilmachista decía “Sírvele a tu hermano” algo en mi interior me decía que “eso” no tenía que ser así y siempre irremediablemente la respuesta era: “él también tiene manos”. Ante los ojos de puñales de mi brujerilmachista abuela.
Amo ser mujer a pesar de que jamás he entendido, sin importar las explicaciones antropológicas del cazador y la presa, el porqué de que sean los hombres quienes deban decidir cuándo inicia una relación o no, y de que sea mal visto si una mujer osa decirle al sujeto que le gusta, llama la atención o se le antoja que es así, a riesgo de ser llamada “buscona”, “puta” o algún otro adjetivo proveniente de quienes se conforman con que sean otros quienes decidan sobre sus vidas.
Amo ser mujer a pesar de que en muchas ocasiones se nos defina a través de paradojas y dicotomías elementales tales como la esperada vulnerabilidad, la montaña rusa de emociones, la posibilidad de ser y dar vida, la dualidad de ser fuerte y débil, tierna e insensible, dueña de mi placer o mojigata.
Amo ser mujer y madre responsable por completo de mis hijos, verlos crecer, sonreír y lograr que sean hombres de bien, hombres completos, sin complejitos de superioridad, machismos malentendidos, pero sin culpabilizarlos por nada que no les corresponda, con su vida, sus logros.
Soy madre, mucha madre, pero no soy mártir, no les resuelvo la vida, los enseño a resolver sus situaciones y a resolver y valorar sus circunstancias y dicho sea de paso: ¡Me revienta que me digan:
-“Eres una gran mujer, es que eres madre y padre” – diga lo anterior con cara de estúpid@, ritmo aletargado y un intento de empatía. – No, no y no, no soy ni seré jamás padre y madre, soy una mujer que adora a sus hijos y punto. Esa estúpida costumbre de victimizarse y jugar a la sufrida no me queda, ni me gusta, ni la acepto.
Amo ser mujer a pesar de vivir en un estado en dónde dicen que te matan por serlo, y a pesar de no haber aprendido a quedarme callada, de no querer vivir con miedo, porque creo que las mujeres somos mucho más que prohibiciones.
Amo ser mujer por esas mujeres solidarias, capaces de quitarse el pan de la boca por ayudar a otra, – lástima que sean las menos – esas que defienden a las otras, que las escuchan, que arman comunidad y familia, esas mujeres que crean grupos de whatsapp para avisarse las unas a las otras a dónde van y hasta las placas de taxi, para cuidarse entre todas, esas mujeres que son ejemplo de grupo, esas mujeres que no juzgan, ni etiquetan, que respetan y valoran, que de las diferencias hacen algo bueno para complementarse y aprender de las otras.
Amo ser mujer a pesar de muchas otras mujeres aun no han aprendido a respetar a las congéneres, que las juzgan, calumnian e inventan mentiras “las otras” las que no son como ellas. Las mujeres debemos entender que mientras nosotras no cambiemos el mundo no lo hará, sin importar la cantidad de políticas públicas que se implementen, si la base no cambia, si no cambiamos nosotras mismas, si continuamos agrediéndonos de modo cobarde y sistemático, no habrá un futuro para nosotras.
Por la posibilidad de levantar la voz, de decir lo que pienso, de escuchar a las otras, que son también nosotras, de escribir nuevas historias, de jugar con la baraja de oportunidades de la vida y decidir ganar:
Amo, amo ser mujer.
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TAR