De letras y otras urgencias
Antevasin
Saludos, queridos todos, en esta época de noche de paz, noche de amor y tanta buena voluntad, hoy platicaremos un poco de la urgencia de la literatura en nuestras vidas, y la próxima semana daremos espacio al tema de los Derechos Humanos de las Mujeres y mucho más.
En lugar de continuar rasgándonos las inexistentes vestiduras ante las siempre tristes y poco promisorias estadísticas sobre los índices de lectura en nuestro país y de leyes que pretendan el fomento de la lectura y del libro (el amor jamás se ha alcanzado por decreto, sino por proximidad y conocimiento), ese extraño objeto que no cuenta ni con aplicaciones ni con sonido “entretenedores”.
La verdadera urgencia de acercar a las nuevas generaciones a la literatura se justifica por muchas necesidades no resueltas en la sociedad, que han abonado al desgarramiento del tejido social y la subsecuente problemática que esto genera en todos los ámbitos.
En el principio de los tiempos los núcleos en los que los seres humanos se relacionaban se encontraban en contacto permanente con la literatura gracias a la narración oral. Las historias que enorgullecían a las aldeas de las gestas heroicas, la creación del mundo a través de cosmogonías, escatologías y mitologías, y otras tantas formas de asir y convertirse en uno con el universo.
Los cambios históricos y sociales han cambiado las necesidades de las poblaciones, convirtiendo los momentos de oralidad alrededor de la hoguera en algo imposible y de éste modo surgió la literatura infantil como una respuesta ante la generación de la memoria artificial, para crear un puente que permitiera la conexión entre la triada virtuosa: el adulto, el niño y la literatura.
El placer de la lectura debe ser cultivado y dársele el valor pertinente, ya que es a través de ella se goza, se aprende, se conoce, se comprende y se es humano.
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Considero que mucha de la inmadurez de México y en general de muchos de los países de este “célebre” sistema globalizado es resultado de la falta de interés en el compromiso con la lectura y la literatura. Somos incapaces de empatizar con el otro, de escuchar al otro, de sentir compasión por lo que le ocurre al otro, como si las únicas verdades fueran las nuestras.
No puede esperarse un alto nivel dialéctico en aquellos que no cuentan con las cualidades previamente mencionadas. Nos encontramos entonces a medio civilizar, siendo incapaces de comprender y de enunciar….
Por si esto fuera poco la falta de cercanía a la lectura limita la posibilidad de utilizar un lenguaje claro y que realmente exprese lo que se desea decir, y es que ya lo dijo Wittgenstein: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.” – Agreguemos además la proliferación de los emojis en las comunicaciones a través de las redes sociales, lo que nos lleva a convertirnos en sociedades pictográficas condenadas a regresar a los jeroglíficos. No puedo evitar imaginar que tal vez las sociedades futuras nos estudiarán en función de la preservación de nuestras conversaciones de WhatsApp, lo cual es devastador. Teniendo la posibilidad de expresarnos en el idioma de Cervantes, pasaremos a la historia como sociedades superficiales y vacías.
Creo firmemente que el papel de la sociedad civil y sobre todo de los padres de familia es completamente determinante en la propagación del gusto o aversión por la lectura, muchas de las cosas que son realmente de las experiencias significativas para los seres humanos ocurren en el seno del hogar, o no…
Es de medular importancia generar conciencia de que la literatura infantil es núcleo y germen del gusto por la palabra y su belleza, por lo que es necesario que esté agrado por la literatura y por el acercamiento al libro suceda desde un espacio seguro y amoroso para la que continuidad en la escuela sea pertinente, pero además realmente alcanzable.
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El lenguaje simbólico de los cuentos por ejemplo es alimento para el alma del niño, estimula su fantasía, además de cumplir una función terapéutica, que explica todo aquello que no está al alcance de su entendimiento y que sin embargo lo acerca a él a través de la comprensión intuitiva, no racional del contenido del mensaje.
¡Dejen que los niños se acerquen al libro, no se los prohíban, porque al reino del conocimiento se accede a través de la palabra, la diversión y el fomento a las relaciones humanas!