De ser o no ser [Abogado]
Antevasin
Honestamente no sé cómo dar inicio a este texto, me ocurre algo extraño cuando de la abogacía se trata, y es que verán señores y señoras del jurado, cuando era niña – hace unos cuantos añejos – soñaba con ser abogada. Siempre me gustó ser paladina de la defensa de los casos difíciles y desesperados, una versión de San Judas Tadeo en el salón de clases, con los maestros gandallas y los bullies a los cuales me encantaba desafiar, y voltearles al grupo y demostrar que eran unos abusivos.
Toda esta introducción para contarles que Tito Garza Onofre, – (Monterrey, 1986) abogado, maestro en derechos humanos y doctor en Filosofía del Derecho. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores – acaba de publicar un libro sumamente interesante llamado “No estudies derecho”. Imaginen mi sonrisa de oreja a oreja, tal vez “alguien” daría razones para que mi decisión fuera validada, así que decidí leerlo y entrevistar al autor.
Tito es disruptivo por decir lo menos, es un doctor en derecho que no se presenta con el disfraz acostumbrado por aquellos dedicados a la abogacía – traje bien planchado, camisa impecable, zapatitos boleados y actitud de perdonavidas – detrás de su larga cabellera, jeans y tenis se muestra un tipazo con actitud jovial y una evidente inteligencia, que habla rápido y cuestiona todo lo establecido.
El libro está dividido en 2 partes, en la primera se abordan en siete capítulos algunos de los principales problemas en torno a la formación de las personas que han tomado la decisión de convertirse en abogados: El exceso de escuelas de derecho y la falta de motivación para el estudio del mismo desde una base intelectual, el exceso de conservadurismo y ritualitis, la mala fama que precede a los abogados, uniformidad y forma de vestir, así como problemas tales como el machismo y clasismo, la utilización de lenguaje técnico, insatisfacción e infelicidad, complejidad de cambios técnicos y tecnológicos a la profesión, y agregaría de manera implícita: falta de interés en su papel como preservadores y guardianes del estado de derecho, en uno país donde no se garantiza la JUSTICIA como resultado de un sistema corrupto, podrido y poco eficiente ¿cuál es la razón para el exceso de abogados que no resuelven y no tienen vocación social?
¡Esperen, no se entristezcan. NO se cambien de carrera, ni entren en crisis existencial!
La segunda parte del libro cuenta con otros siete capítulos donde muestra el camino para hacer las cosas de modo distinto, desde una crítica constructiva y respetuosa, donde se invita a dejar de memorizar leyes para comprender la complejidad del Derecho y elevar la calidad en la formación jurídica, así como de la importancia de romper esquemas y abrazar causas sociales en la profesión, incluyendo ciertos ideales para los abogados. Así como la necesidad de imponer el fondo sobre la forma, el derecho a que todas las personas entiendan el Derecho, la urgencia de cuidar la salud mental de quienes ejercen la abogacía y por supuesto resaltar el componente humano en la profesión.
Leer a Tito, evitará que quienes estudian actualmente con la finalidad de convertirse en abogados estudien “derecho” el “Derecho”, ojalá genere que detonen capacidad de agencia y que cuestionen absolutamente todo el sistema. Deseo fervientemente que motive a todos aquellos enfocados en cualquier otra profesión a reflexionar sobre su papel en la sociedad y sobre su responsabilidad en la misma.
En cuanto al cumplimiento de mi vocación abogadil, en quinto semestre de preparatoria me encontré con mi maestro de Derecho Positivo Mexicano, quien se convirtió en un mentor y uno de mis primeros amores de vida, yo tenía 17 años y el 38. Diré categóricamente que fue una relación consensuada, – para evitar elucubraciones, victimizaciones y ensuciar algo hermoso, – donde aprendí mucho, sobre todo a nivel intelectual – ¡bendito seas donde quiera que estés. – Hasta que un día lo acompañé a un careo por violación, ahí me enfrenté a la realidad del sistema mexicano, se me cayeron muchos de los ideales y los mitos que rodeaban mi sueño, decidí dejarlo para dedicarme a influir en la sociedad desde otra trinchera, la de la educación.
Luego les cuento….
TAR