De tapados y destapados…

Diálogo en silencio

Aunque la forma sigue siendo fondo, la ortodoxia política ya no es la misma de antes y así se entiende y se practica desde Palacio Nacional con el ejercicio recurrente de barrer con todo lo que huela o asemeje al pasado.

A pesar de que el partido del presidente arrasó en las elecciones de gobernador en los estados donde hubo competencia, los resultados del Congreso y la pérdida de posiciones en la capital del país e importantes localidades del Estado de México parece que prendieron los focos amarillos para el partido en el gobierno federal.

A eso se puede atribuir que desde el mismo Palacio Nacional se orquesten desde ya estrategias electorales que antaño, por los tiempos, eran impensables con tanta anticipación, especificamente lo que tiene que ver con la candidata o el candidato a suceder al Presidente de la República.

Y rompiendo esos paradigmas no escritos, a principios del mes de julio, fue el propio Andrés Manuel López Obrador quien develó desde La Mañanera los nombres de políticas y políticos afines a la 4T como posibles aspirantes a la candidatura presidencial.

Desde esa tribuna el presidente encartó a las y los posibles y quien no figuró no se descartó y se auto insertó en esa carrera para lograr la candidatura a la presidencia en el 2024, como ocurrió recientemente con el canciller Marcelo Ebrard o el senador Ricardo Monreal.

Lo que es un hecho es que en la praxis el presidente quiere ir en contra de lo establecido en la liturgia política que prevaleció durante los años de la hegemonía priísta y en este caso, con ese movimiento discursivo, va en contra de una de las figuras más representativas del viejo regimen: el tapado.

Al hablar del tapado la representación gráfica que viene a la mente es la plasmada en papel por el cartonista Abel Quezada: un hombre de traje oscuro con camisa blanca, corbata a rayas y una capucha con dos orificios oculares, fumando Elegantes o desde una curul.

En un artículo que escribió en la revista Nexos en 1999, Jorge Carpizo se refiere al tapado como una expresión por la que se entiende que “el presidente de la república escoge y selecciona su sucesor, pero para evitar que a este último lo vayan a vulnerar o debilitar, lo protege, lo oculta, lo “tapa” hasta el momento en que se hace público que él es el señalado y a quien se le va a donar el cargo”.

Además lo califica como “un sistema perverso porque se basaba en engaños y mentiras, lo cual, a final de cuentas vicia la atmósfera política y moral de un país”.

Ahora las reglas cambian y veremos una nueva práctica de este ritual que representa la unción de la candidata o el candidato.

El tiempo determinará si fue positivo o negativo subir a la palestra con tanta anticipación al personaje que aparecerá en la boleta en el 2024. Lo cierto es que a diferencia de otros actores políticos, los ungidos en este palomeo prematuro tendrán desde sus respectivas trincheras, tribuna suficiente para posicionarse entre el electorado.

Veremos si esta sobre exposición no resulta contraproducente y desata fricciones y divisiones partidistas internas, por muy cuidado y controlado que pretenda ser el proceso por el gran elector desde el mismísmo Palacio Nacional.

@periodistamex