De un lugar llamado Metepec…
“En el cerro de los magueyes”, es el significado de la palabra “Metepec”, por su significado en Náhuatl, Ntaguada en otomí, y Nepinta Tuji en Matlatzinca, sin embargo, para mí, en mi alma, se llama de un solo modo y significa una sola cosa: hogar…
Es gracioso como la vida nos va llevando por caminos inusitados que nos acercan a las decisiones que terminan por definir nuestra vida.
La historia de mi nacimiento estuvo marcada por las migraciones, mis padres llegaron a la Ciudad de México procedentes de Chiapas (mi madre) y de Michoacán (mi padre), ¿cuáles eran las posibilidades de que esas dos personas se conocieran? Probablemente nulas, fue su educación la que hizo que chocarán en el universo de la medicina y que de esa colisión naciéramos mis hermanos y yo…
Nací marcada por una de mis cualidades y defectos más grandes: la impaciencia, debía esperar un par de meses más, para nacer en Madrid mientras mi padre aprovechaba la beca de CONACYT, para estudiar oncología y mi madre lo acompañaba.
Siempre he creído que decidí adelantarme por el puro gusto de ser abrazada y amada por mi abuelita: mamá Cotita. De no haberlo hecho tal vez no hubiera tenido el gusto de conocerla siquiera. Murió seis días después de mi tercer cumpleaños. La muerte arrancando de mi vida a mi amorcito más grande, el más tierno…
Después de eso siempre sentirse amputada, un poco rota, un poco extranjera, siempre fuereña.
Sobra decir que ya no conocí España del modo que era esperado.
Mi padre viajó al hospital de Villa Verde, cómo era esperado, y mi madre y yo volamos al entonces D. F., para comenzar mi vida. Más tarde llegaron mis hermanos.
Luego en la secundaria vivir en Morelia y volver a ser la nueva, la de otro lado, la fuereña.
Sobra decir que jamás fui parte de ese lugar, aunque hice un par de buenas amigas. Demasiadas apariencias, demasiada perfección y yo con un padre comunista que rechazaba todo “lo socialmente aceptado.”
Ser ‘castigada’ en tercero de secundaria por decir lo que pensaba y no pedir perdón por una injusticia cometida por mi pa’, e ir a dar “a la escuela de gobierno”, – ¡Uy, Mufasa, qué miedaaaa! – solo para descubrir a algunas de las personas más hermosas del mundo y cambiar de perspectivas.
¡Gracias por la oportunidad de conocerme en un mundo tan real y desprovisto de fachadas!
En la preparatoria el “rompimiento definitivo” de mis padres – que nunca se soltaron, – regresar a CDMX, rechazar la beca de excelencia del Tec de Monterrey y decidir estudiar en un lugar donde el humanismo fuera la norma. Descubrir ahí mi vocación de gestora cultural y de ARTivista. Ver cómo los policías se roban mi cámara con todo y fotos en una marcha del Movimiento “El Barzón”, cobijada por los zapatistas. Sentir toda la impotencia de la deuda histórica y descubrirme FEMINISTA…
De ahí la enfermedad que casi me deja desMADRADA y la decisión de mi familia de mudarse a Toluca. Decidir no hacerlo, abrazar mi rebeldía y sus consecuencias.
Buscar eternamente un lugar para ser y sentirme completa. Encontrar la UNAM, vivir la UNAM, desear ser la UNAM.
Llegar a Metepec un día cualquiera de Quimera, saber lo que es enamorarse de un lugar, querer vivir, dormir y morir en un lugar. Ser colores, policromía, desear ser “barro tal vez” y moldearse para confundirse con la tierra.
Ser una con la escalinata del calvario. Ser una de las piedras de la iglesia…
Conocer a su gente, a San Isidro, cantar a todo pulmón “báilele, báilele, báilele! ¡Gócele, gócele, gócele! Desear ser la lluvia para la tierra y hacer crecer a los magueyes.
Volverme sinestesia y prometer siempre, siempre volver.
Aquí estamos hoy, después de desayunar en la barbacoa Fabián, con tres hijos nacidos en Tenancingo, y casi veinticuatro años de vida en estos lares, de haber regresado a CDMX solo para extrañar este espacio, su cabecera y el Museo del Barro, dónde tantas veces presenté libros, poetas, autores nuevos y otros consagrados.
Hoy en compañía del más pequeño de mis hijos – Jano, – vengo a decirte “gracias Metepec, somos muchos los que te amamos.
No nos pierdas la pista. No te hemos olvidado. Gestores, promotores y hacedores culturales estamos trabajando. Pronto tendrás noticias nuestras…”