Deconstruír lo que sabemos de la política hídrica
La Fuente
Es común, en algunos sectores de la economía de México, dar por sentadas explicaciones y dar por ciertas algunas causas y efectos de los problemas que vivimos a diario. En algunas ocasiones se tiene razón, otras tantas no.
Seguramente habrá escuchado la fábula del traje nuevo del emperador, con un mensaje de fondo: “no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad”. Lo mismo ocurre en el subsector de agua y saneamiento. Por décadas hemos escuchado varias aseveraciones o hemos dado por sentados hechos que parecen ser inamovibles o inalterables, veamos unos ejemplos.
La responsabilidad de la prestación de los servicios -de acuerdo a la constitución- debe ser municipal y por tanto seguimos pidiendo que este orden de gobierno mejore la calidad en la prestación del servicio, que a todas luces, es casi imposible cumplir con el modelo actual de gestión. Ya se ha comentado anteriormente, con la delegación de esta competencia, primero en 1982 y reforzada en 1999, no se previó la gran responsabilidad que ello implicaba, por esta y otras razones no se debe dejar de explorar la opción de modificación del Art. 115.
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La falta de buenos servicios relacionados con el agua es por el desinterés del compromiso con los organismos operadores. Si más del 95% de los organismos operadores del país tienen problemas para cumplir con el compromiso de brindar servicios de calidad, entonces el problema es estructural, debemos atender nuevamente las causas de fondo y tal vez se encuentren en la debilidad institucional, financiera, técnica y de capacidades de muchos de nuestros municipios.
Los recursos económicos para lograr cumplir con los derechos humanos al agua y saneamiento deben provenir únicamente de las cuotas y tarifas que cobran los municipios, esto está fuera de toda realidad si te toma en cuenta las grandes inversiones que se requieren para lograrlo y la poca capacidad de pago de un gran porcentaje de la población, para lograrlo se requiere de todo un sistema financiero del agua, de una política fiscal de gran calado que garantice un buen sistema de subsidios y compensaciones, además claro, si así se decide de un fortalecimiento de las haciendas públicas que hoy se ve muy difícil lograr en la mayoría de las demarcaciones.
Se debe buscar ampliar la oferta del recurso hídrico a toda costa, para compensar el crecimiento de las ciudades, y por tanto de la demanda, esto es insostenible si se toma en cuenta que la disponibilidad del recurso cada vez es más escasa debido al estrés hídrico, el cambio climático y la contaminación de los acuíferos.
Se debe voltear a la gestión de la demanda, al correcto uso de los recursos y a una planeación de las actividades humanas de acuerdo a la factibilidad de la prestación de los servicios.
Con normas y leyes más estrictas se logrará mejorar la calidad de los servicios, si no viene acompañado de una corresponsabilidad de los tres órdenes de gobierno y la participación de la sociedad, sólo será letra muerta y el incumplimiento será generalizado, no basta con establecerlo en la carta magna si no se garantiza el fortalecimiento de quien sea el responsable directo y de la regulación y vigilancia adecuadas.
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Sólo la participación privada puede compensar la falta de inversión en el subsector, la experiencia internacional indica que no es sostenible a largo plazo depender de la participación privada, demuestra que se debe y puede coadyuvar en algún momento y con las reglas establecidas siempre por el sector público, de otra forma se puede llegar a casos no deseables como en algunos países que están optando desde hace ya algunas décadas por este modelo de gestión.
Y finalmente, es una necesidad el revisar el modelo económico que nos hizo creer que el crecimiento económico podía ser infinito y debía ser procurado a toda costa, la evidencia empírica nos refleja ya que nada más equivocado que lo anterior, que el crecimiento tendrá una barrera en sus recursos naturales antes una barrera económica, a pesar de lo optimistas que seamos, es necesario actuar ahora, antes que sea demasiado tarde.