Dobleces

El panorama mexiquense

Dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador que respetará los resultados de las elecciones del domingo pasado, gane quien gane. No se meterá en discusiones partidarias a favor ni en contra y que la dirigencia de su partido debe asumir las consecuencias. No se veía molesto en la mañanera.

Las elecciones dominicales en Coahuila e Hidalgo tuvieron resultados que pueden parecer, a simple vista, sorprendentes o extraordinarios, sobre todo si tomamos en consideración que las casas encuestadoras ofrecían un panorama muy distinto y favorecedor al partido del presidente.

Es evidente que la pandemia influyó en la poca asistencia a las casillas. El abstencionismo llegó a límites pocas veces vistos, casi al 70 por ciento y en ese caso siempre resulta ganador quien mejor organizados tiene a sus electores.

La división al interior de Morena fue un factor determinante también. Pareciera que no hay compromiso ni reciprocidad entre la dirigencia formal hacia militantes y simpatizantes del partido. Hubo denuncias de acarreos de votantes como en los mejores tiempos y ganó el que tuvo mejor capacidad de organización.

En Coahuila el PRI anunció su “carro completo” y el presidente de morena, Alfonso Ramírez Cuellar desconoció los resultados. En Hidalgo los resultados fueron más parejos y con un virtual empate técnico en algunos municipios importantes como Pachuca y Tulancingo donde la diferencia a favor de los tricolores era mínima.

Después de esto, que podríamos llamar experimento electoral rumbo a las grandes elecciones del año entrante, ¿qué podemos esperar o visualizar a la distancia?

Es evidente que para el PRI fue una bocanada de aire fresco, porque ya se percataron que organizados pueden obtener triunfos importantes. Para morena la enseñanza es similar. Sin trabajo, sin organización, sin compromiso, pero sobre todo sin unidad, difícilmente refrendarán los espectaculares triunfos del 2018.

Así le pasó en su momento al PRD. Le puede pasar a morena. Hay tiempo para trabajar si es que quieren mantener la racha ganadora.

En el caso del Estado de México, a la distancia, el panorama es complejo. Morena sigue sumido en la división y desunión y eso sólo facilitará el trabajo a sus opositores. Hay evidentes signos de que el enemigo más fuerte de morena será morena mismo.

A la par, sus contrincantes se han fortalecido de a poco a poco. Lo mismo el PAN con personajes de la sociedad civil, que el Verde con militantes de otros partidos y el PRI con una campaña persistente en todos y cada uno de los 125 municipios.

Morena, además de la división interna, acusa el desgaste natural del ejercicio del poder público en donde gobierna. No siempre se da gusto a todos los electores y siempre hay grupos que quedan con resentimiento porque no fueron en cuenta o porque se sienten desplazados.

Hay casos en donde la falta de sensibilidad de los alcaldes actúa en contra de ellos mismos y todo eso será usado por sus contrincantes.

Para el gobernador Alfredo Del Mazo Maza es importante mantener cierto equilibrio en el congreso local, porque ahora como están las cosas tiene poco margen de maniobra y eso le ha obligado a negociar más de lo que quisiera.

Es probable que no le interese mucho el futuro de los municipios, pero sí el Congreso para mantener gobernabilidad en el último tramo de su administración.

Al presidente de la República, igualmente, parece no importarle mucho la composición de los congresos y quien gane las alcaldías. Le interesa y mucho no perder la mayoría en el Congreso Federal y parece que a eso dedicará sus esfuerzos.

Quedan dos meses para el inicio del proceso electoral. Parece poco tiempo para todos los actores involucrados. Veremos quien aprovecha mejor esos poco más de sesenta días.