El cine según Tarantino

Hace poco compré el más reciente libro del cineasta estadounidense Quentin Tarantino, Meditaciones de cine. Desde que se anunció su lanzamiento, a finales del 2022, me froté vigorosamente las manos y aguardé con paciencia de santo su colocación en los estantes. Siempre he sido un fan del trabajo de este Enfant terrible de Hollywood. Es curioso, pero la primera cinta suya que vi no fue Perros de reserva, su ópera prima, sino Pulp Fiction.

Por alguna extraña razón (siempre me he considerado un amante del cine, aunque quizás no un crítico conocedor) se me fue de largo su primer filme y no fue sino hasta el segundo que conocí su trabajo. El resto es historia: he recorrido reiteradamente su minúscula pero vigorosa producción cinematográfica.

Este libro, montando en una embarcación de memorias, reflexiones y piezas ensayísticas, navega en la mar de varias películas del febril cine estadounidense de la década de los años setenta, fundamentales para la formación del entonces niño Quentin, en un periodo de gestación de la llamada Nueva Hollywood. Su iniciación fue un poco violenta, porque su madre solía llevarlo constantemente a ver filmes que no eran propiamente para niños. Lo cierto es que fueron decisivas para su instrucción cinéfila y la manera de entender el cine. 

El joven Tarantino no sabía por qué los adultos se reían de determinadas escenas cargadas o de contenido violento o sexual, pero se dejaba llevar por la atmósfera desternillada y soltaba también la risa. Muchas fueron las noches que acompañó a su madre o a las parejas de su madre a cientos de funciones para después compartir con sus compañeros de clase las tramas para ellos vedadas, por la edad. Su madre le decía: “Quentin, me preocupa más que veas noticieros. Una película no puede hacerte daño”.

Además de ser uno de los cineastas contemporáneos más célebres, Quentin Tarantino es posiblemente el amante más ferviente y contagioso del cine. Durante años, dejó entrever en entrevistas que se dedicaría a escribir libros sobre cine. Y Meditaciones de cine es la concreción de ese anhelo, que resultó ser tan intelectualmente riguroso y perspicaz como irreverente y divertido. Al mismo tiempo, crítica cinematográfica, teoría cinematográfica, reportajes y una increíble historia personal, todo está escrito con la voz única y reconocible de Tarantino, con la rara perspectiva del cine proporcionada sólo por uno de los más grandes practicantes de este arte de todos los tiempos.

El libro es una delicia, además, por el conocimiento enciclopédico de este querido autor. Sí, son más de 900 títulos a los que pasa revista, pero se centra en 12 películas nodales, que adereza con anécdotas, curiosidades y detalles de las respectivas filmaciones. Yo, por ejemplo, disfruté mucho cómo define la personalidad de Steve McQueen y define la primera película policíaca cuyo protagonista es un renegado de las normas: Harry el Sucio

Lo único malo que le encuentro al libro es la traducción al español peninsular, pues resulta que las traducciones de muchos títulos están como fueron exhibidas en España y me perdí en algunos momentos, pues ya sabemos cómo titulan en la llamada madre patria: horrorosamente (Un canguro superduro o Tú a Londres y yo a California, por ejemplo).

DB