El fenómeno de Milei

Dossier político

Por: Juan Carlos Villarreal

El próximo domingo los argentinos acudirán a las urnas para las elecciones presidenciales. La nación sudamericana no ha logrado sobreponerse a las crisis que derivan del lejano 1999, cuando Fernando de la Rúa ganó la presidencia con un amplio margen y una base muy significativa de votos, para muy rápido enfrentarse a una serie de dilemas que tuvieron como consecuencia la confrontación, primero entre poderes y luego repentinos cambios de presidente hasta en 3 ocasiones en muy corto plazo. Han sido más de 20 años de crisis recurrentes. El Partido Justicialista heredero del peronismo y artífice de los últimos gobiernos de coalición es quien ha frecuentado en el poder los últimos 40 años, generando el magnífico caldo de cultivo en favor del estridente candidato de un partido exprofeso creado para postularlo a la presidencia. Javier Milei se ha convertido en un fenómeno que no es nuevo ni para América Latina ni para el mundo, pero que se consideraba un riesgo y que muchos pensamos que no se repetiría.

En el fondo estamos frente a una descomposición de los partidos tradicionales que ya no son suficientes para conducir el gran descontento social que existe contra las élites gobernantes, “la casta” como le denomina Milei, quién ha sido el vórtice del descontento social con una candidatura construida en los medios de comunicación en donde el infumable personaje ha pasado de la pantalla chica al parlamento y desde ahí pavimentado el camino a la presidencia de su país. No es el primer caso como he dicho, detrás de él hay una larga saga; está desde la ruptura entre Boris Johnson y su otrora compañero, David Cameron por el Brexit y el inesperado resultado que tuvo dicho referéndum, el ejemplo saltó a Donald Trump en Estados Unidos y cuyo hilo conductor para ambos casos se encuentra entre el uso masivo de información disponible en las redes sociales, que capitalizó la empresa Cambridge Analytica en beneficio de estos personajes, aunado al deterioro de la representación política que, aislada de los resultados del modelo neoliberal, han generado millones de decepcionados a lo largo de todo el mundo. Esa sociedad agraviada tiene personajes como Erdogan en Turquía, Modi en la India, Magufuli en Tanzania, Zeman en República Checa, Orbán en Hungría hasta los más sonados casos de Nayib Bukele en El Salvador o de Andrés Manuel López Obrador en México.

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Contrario a lo que se piensa, no se trata únicamente de figuras populistas, tampoco del voto anti sistémico o voto de castigo, tampoco es el triunfo de las redes sociales sobre los métodos tradicionales de comunicación política ni del fracaso del modelo neoliberal y la meritocracia como el paradigma de desarrollo en nuestras naciones a lo largo de los últimos 50 años, tampoco el cambio generacional alcanza para explicar el conjunto de fenómenos que habitan detrás de estos personajes. Javier Milei encarna todo esto y mucho más, de ninguna manera se puede considerar un hecho aislado, los ejemplos ya referidos dan muestra de ello.

 Diversos especialistas en Argentina sostienen que la clase política merece la derrota en manos de Milei pero las consecuencias para el pueblo argentino pueden ser desastrosas, no hay ni en los medios ni entre los especialistas quien tome con seriedad las propuestas de gobierno del candidato del Partido Libertario. Quién puede tomar con seriedad a un personaje que insiste en que se comunica con sus perros y tiene en uno de ellos, a uno de sus principales asesores (Conan), sí, así como lo lee usted. “El pelucas Miley”, como también se conoce, imita el rugido de un león; canta como divo de cualquier grupo de rock and roll y ha construido el mito del futbolista que no logró ser profesional pero que jugó en el Chacarita; es el profesor vociferante; el comentarista incendiario; el político descuidado del lenguaje y de las buenas formas, pero es sobre todo, en estos momentos, el mejor representante del descontento que priva por aquellas latitudes.

Todos apuestan a que va a ganar la primera vuelta y que irá a la segunda. Más allá de eso, los pronósticos son preocupantes y con frecuencia lapidarios, aún si gana la presidencia no tiene al partido que lo soporte en el congreso ni goza de estructuras partidarias que lo apoyen. Puede ganar, sí, no hay duda. Pero se abre un gran interrogante, ¿podrá gobernar cuando no goza de experiencia en la administración pública, goza de una escasa formación política y se orienta con una serie de propuestas anti- estatistas y anti-políticas,  que hacen parar los pelos de punta tanto al círculo académico que a los círculos económicos y tienen temblando a la clase política. Sin embargo, tal y como sucede en nuestro país, la oposición partidaria simplemente luce débil sin propuestas y sin candidatos viables, pues quien aparece en segundo lugar en todos los estudios de opinión y puede ir a la segunda vuelta, es el actual secretario de economía, Sergio Massa, quien tiene al país con una inflación desbordante y a quien se le puede atribuir un mal desempeño en el gobierno actual de los últimos años (aunque su biografía nos dicta que ha estado en los círculos de poder desde hace más de 25 años). Mientras que la tercera candidata Patricia Bullrich, es objeto de memes y cualquier burla en las redes sociales y en no pocos medios de comunicación, ante la nula capacidad que tiene para traducir su pensamiento en forma oral, habla con ideas entrecortadas, frases sin concluir y un desajuste evidente entre lo que piensa y dice, francamente, sin oponentes, le están entregando la presidencia a Milei desde hace varias semanas. El fracaso en el sistema de partidos combinado con un élite política incapaz de autorregularse y adaptarse a los crecientes cambios que vive la sociedad contemporánea, están a punto de llevar al electorado al precipicio, sea porque gane el indeseable o porque repitan en el poder quienes han mostrado por décadas su ineficacia.