El llamado de la naturaleza
México debe estar muy atento del llamado de la naturaleza, al igual que el resto del mundo. Y es que no es fortuito que en las últimas semanas el país haya experimentado la entrada de dos huracanes que dejaron daños en el territorio nacional: “Delta” y “Nora”.
Al momento de escribir estas líneas, “Delta” dejó daños considerables en Veracruz y Quintana Roo, mientras que Nora aún deja una estela de destrucción en la costa del Pacífico, principalmente en Jalisco y Michoacán.
Si bien los huracanes son una especie de “aire acondicionado” para la Tierra, pues ayudan a bajar la temperatura de los mares y por ende contribuyen a que se desacelere el derretimiento de los polos, la realidad es que los huracanes se han convertido en un asunto de mucho cuidado para nuestro país, y esto no puede desconectarse del cambio climático.
Y es que la temperatura del planeta sube paulatinamente sin que realmente exista un freno, por ello surgió en 2016 la iniciativa del Acuerdo de París, cuyo objetivo global es mantener el incremento de la temperatura de la tierra por debajo de los dos grados centígrados, respecto de los niveles preindustriales y buscar esfuerzos para limitar el aumento a 1.5 grados.
Para lograr lo anterior, todos los países firmantes del acuerdo (que en total son 195), entre ellos México, deben cumplir con una serie de compromisos, los cuales lastimosamente para el país no están en vías de cumplirse.
Cosa de ver que la Secretaría de Energía (Sener) reconoció en la más reciente edición del Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional que el país incumplirá con algunos de los compromisos del Acuerdo de París.
Sólo por poner un ejemplo, México se comprometió a que en 2024 el 35 % de la energía generada en el país sería producida con tecnologías limpias, el propio Gobierno federal estima que para ese año solo se generará mediante ese tipo de tecnología el 31% de la electricidad.
Para poner en contexto, la generación de energía por medio de los métodos tradicionales, es la segunda causa en el país de gases de efecto invernadero, lo que contribuye a la contaminación ambiental y a que se incremente la temperatura en la Tierra con las conocidas repercusiones que eso tiene.
Además, no cumplir los compromisos del Acuerdo de París, no sólo pasará factura con el descontento de la comunidad internacional, sino que cobrará factura a los mexicanos en los costos que tendrá que enfrentar el país, cada vez más altos, con fenómenos como los huracanes.
Es difícil para muchos gobiernos entender la importancia del Acuerdo de París por los costos que ello implica (tan es así que Donald Trump sacó a EU del mismo y Joe Biden lo volvió a incluir), pero es prioritario incluir en la agenda mexicana el cumplimiento de los compromisos, no somos ajenos a lo que pasa en el mundo y debemos entender que somos parte de un todo. La pandemia de Covid-19 ya debió haber dejado claro el punto.
Es así que bien vale la pregunta: ¿hasta cuándo vamos a atender el llamado de la naturaleza para hacer de la Tierra un mejor lugar para vivir? El no hacerlo, derivará en costos millonarios para el país -muchos más que si hubiéramos apostado desde un principio a las energías limpias-, y todos, para la reconstrucción por desastres naturales, en lugar de gastar inteligentemente el dinero en la prevención de problemas y no en la corrección de los mismos.
Twitter:@campudia
ASME