El pueblo manda
Ideas sueltas
La cita con las urnas está cerca. Los días de campañas electorales están llegando a su fin. Han sido semanas en donde desgraciadamente fueron menos las ideas y presentación de plataformas políticas lo que prevaleció, y más los insultos, descalificaciones, acusaciones, amenazas, agresiones y en algunos casos, hasta la muerte de candidatos. En suma, mucho ruido y pocas propuestas.
Se trata de una elección de las llamadas intermedias en la que se renueva, entre otros muchos puestos, la Cámara de Diputados a nivel federal, y también en algunas entidades como el Estado de México o Hidalgo, los congresos locales. En esos casos está en juego el aval de los ciudadanos al modelo de gobierno establecido o una señal clara para que los gobernantes en turno corrijan el rumbo respecto a sus políticas públicas. El pueblo manda y el gobernante está obligado a obedecer.
Después del miércoles, los días de bravatas y de confrontación al calor de la batalla proselitista deben terminar. El país lleva más de dos años dividido sin que eso sea necesariamente bueno para la convivencia como sociedad. Hay familias y amistades que incluso se han distanciado por sobreponer las ideas políticas por encima de los afectos. Es bueno tener un ideal político, defenderlo, argumentar en torno a él, peo de ahí a pasar a la descalificación e incluso agresión, física o verbal porque el otro no opina igual, eso está fuera de todo lugar. Y desgraciadamente nuestra clase política, de todos los colores, han contribuido a esa división.
En ese contexto es que se celebrarán las elecciones el próximo domingo. En un país que pretende vivir plenamente en democracia no hay más que aceptar el resultado electoral gane o no el partido de nuestras simpatías y olvidarse de ese maniqueísmo de que si gano sí cuenta y si pierdo me hicieron fraude.
Además, es importante no perder de vista que la elección, más allá de los representantes de partidos políticos en las urnas, tienen un gran componente ciudadano. Y no nos referimos solo al árbitro electoral, sino a los miles o millones de personas que fueron convocados por insaculación para fungir como funcionarios de casilla.
En esos ciudadanos es realmente en quien recae la responsabilidad de contar los votos que se emitan durante la jornada electoral. Ellos, más allá de sus filias o sus fobias partidistas, no tienen ninguna retribución, su función es por decisión propia a invitación de la autoridad. Hablar de fraude es poner en tela de duda la buena fe y voluntad de esos ciudadanos que solo cumplen con un deber cívico para con su patria.
Para quien no tiene decidido aún su voto, son días de tomar conciencia de la importancia de hacerlo. Entre más ciudadanos acudan a las urnas, más legítimo será el triunfo de quien salga vencedor y más obligado estará a cumplir con lo que prometió como bandera política. Entre más votos se emitan más claro será el mensaje para quienes ostentan el poder de cuál debe ser el rumbo para gobernar.
Es una frase muy trillada, pero bien vale la pena recordarla: Si no sales a votar, no tienes derecho a quejarte o a protestar por lo que decidan quienes sí lo hagan. El futuro de nuestro país está en nuestras manos, en nuestro voto.
Comentarios: miguel.perez@estadodemexico.jornada.com.mx
ASME