Faltan líderes hasta en Morena
La composición homogénea de lo que hoy conocemos como Morena hace de ese partido un organismo con muchos tentáculos, intereses, grupos, camarillas. Al conformarse con representantes de diferentes orígenes políticos es complicado encontrar una identidad de pensamiento que dé identidad al movimiento, aunque pareciera ser que en esencia el proyecto de nación que dicen enarbolar es el mismo. El partido nació, creció y se ha desarrollado a la sombra y amparo de Andrés Manuel López Obrador, quien, para desgracia de los morenistas ya no funge como dirigente del partido, aunque es bien sabido que en él no se mueve un candidato sin el soplo presidencial.
Durante su primer informe de gobierno como presidente de la república López Obrador describió a la actual Oposición como “moralmente derrotada” y el tiempo parece haberle dado la razón, porque a la fecha ni en el PRI, el PAN o el PRD se ve un liderazgo que tenga medianamente el tamaño o arrastre para hacer frente al ejecutivo federal, más allá de las posibilidades mediáticas de las que dispone el segundo sobre todos los primeros.
Pero justamente por esa autoridad que ejerce el presidente a nivel nacional la opacidad de liderazgos también se ve reflejada al interior de su partido político. López Obrador ensombrece, por no decir que desaparece o borra incluso cualquier intento de liderazgo que busque despuntar al interior de su partido. Ahí está como ejemplo el líder del Senado de la República, Ricardo Monreal, quien pese a tener su propia carrera política y su capital político, ha tenido que pagar las consecuencias de intentar moverse solo y a contracorriente de las decisiones del Ejecutivo, todo incluso en busca de sacar adelante las iniciativas presidenciales con base en la negociación, la concertación y el diálogo con la oposición.
El Secretario de Gobernación fue el último que le puso un freno al zacatecano. Durante la reunión plenaria del grupo parlamentario de Morena, Adán Augusto López, fue claro al señalar que no vale la pena que los morenistas estén divididos. Y fue más allá: llamó “debate estéril” el que se pretendía establecer con una comisión que investigara al Gobernador de Veracruz, el también morenista Cuitláhuac García, comisión que era impulsada ni más ni menos que por el propio Monreal. Así que al líder senatorial le pusieron un nuevo estate quieto y una vez más, éste apechugó, aunque dejó en claro que seguirá en su lucha frente “a las violaciones (y) abuso de autoridad en el estado de Veracruz”.
Es decir, mientras desde una parte del morenismo no es momento de confrontaciones sino de unidad, desde otra perspectiva se tiene la sospecha y la certeza de que hay fuego amigo. Y eso ocurre porque en ese movimiento hay una sola voz que es la que pesa y decide todo. Mientras no haya otra figura con el nivel de influencia que tiene López Obrador, serán cada vez más evidentes los encontronazos. Porque incluso al mismo Mario Delgado, presidente formal de Morena, no hay día en que las aguas se le enturbien poniendo en duda su liderazgo al frente de Morena, como ocurrió en su reciente visita a Durango donde fue despedido a huevazos por una parte de la militancia que no acepta que Marina Vitela sea la abanderada del partido.
Aunque pareciera que el 2024 está lejos, quienes aspiran a sustituir a AMLO en la presidencia deben desde ahora tejer fino para lograr ese liderazgo que pueda desplazar al primero pero sin querer opacarlo antes de tiempo.
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