Fin de un ciclo

El cambio para cuatro generaciones de mexiquenses era impensable. Nadie imaginó vivir el proceso de alternancia, pero, llegó.

El cambio genera dudas e incertidumbre, en particular pienso en los servidores públicos que trabajan en gobierno. Seguro mis compañeros de la gubernatura –donde trabajé hace 39 años– ya se jubilaron, sin embargo, muchos de ellos vieron entrar a funcionarios de vidas modestas y los vieron marcharse vueltos millonarios.

Pienso en los líderes opositores que nunca cedieron ante la intimidación o el cochupo, en los que acumularon agravios por décadas y ahora atestiguan un relevo que deja muchas dudas.

Pienso en los periodistas honestos que viven de su trabajo mientras otros, los dueños de los medios y los consentidos del régimen se enriquecieron con sobres manila de “convenios” millonarios.

Pienso en los burócratas honestos que hicieron del servicio público una vocación de vida, que estudiaron para especializarse y se esforzaron en hacer las cosas bien, mientras veían cómo las élites en el poder abusaban del dinero público.

Pienso en los miles de militantes del PRI que lograron la proeza de mantener a un puñado de políticos en el poder, mientras ellos vieron pospuestas sus aspiraciones o  conculcados sus derechos para elegir tanto a sus líderes como a sus candidatos. 

Pienso en los jóvenes que se sumaron los últimos años al PRI solo para darse cuenta de que el “juniorismo” sigue más vigente que nunca. Jóvenes que entraron ilusionados por hacer política y sólo vieron cómo prevalecían los negocios al amparo del poder público. 

No, no todo lo hizo mal el PRI, me consta que hubo líderes honestos y con profunda vocación de servicio. Atestigüé cómo eran relegados los mejores perfiles sea por falta de dinero o padrinazgo. Desde el arribo de Arturo Montiel al poder, se confundió la política con los negocios y se registró la más profunda descomposición del quehacer público, el trabajo de muchos ha sido heroico y digno de reconocimiento, solo que los dueños del poder contaminaron todo. 

No soy particularmente optimista de lo que viene, pero los electores tenemos el derecho de equivocarnos, de probar otras opciones y eso siempre será mejor a usar otras vías menos pacíficas para lograr los cambios. 

¡Deseo que quienes lleguen a Lerdo 300 tengan otra visión de la política social e inviertan cómo se debe en los que más lo necesitan!

En mi caso, se trata de un pesimismo ilustrado. Me explico, en los últimos 25 años, los gobernadores se han dedicado más a ganar las siguientes elecciones que a diseñar políticas públicas orientadas a resolver las demandas ciudadanas.

Como lo he anotado en otras ocasiones, el mayor fracaso cultural de la elite gobernante que va de salida, fue no haber aprovechado la mayoría que tuvo Enrique Peña Nieto en los congresos y en los gobiernos estatales para impulsar un política fiscal que le hiciera justicia presupuestaria a la entidad y dicha lección debiera servir de ejemplo para que no se repita con el gobierno de MORENA, que si gana las elecciones presidenciales del próximo año, como resulta muy previsible, tendrían de nuevo la oportunidad de corregir tres fenómenos en los que la federación podría contribuir; primero, a hacer un nuevo pacto fiscal que sea más equitativo con el Estado de México, segundo, aumentar la recaudación presupuestaria y, tercero, hacer el diseño de políticas públicas, tanto metropolitanas como regionales que por las actuales condiciones no podrían desarrollar solas las autoridades locales, en este sentido, seria bienvenida una reforma que impulse planes transexenales con participación tripartita y presupuestos multianuales, así como la creación de agencias regionales de desarrollo. 

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Estas medidas, entre otras, requieren de un gobierno unitario en lo local y preferentemente del mismo signo en lo federal. Pero aun en la remota posibilidad de un triunfo de la coalición opositora ni Delfina Gómez Álvarez ni ningún otro personaje resolverá los problemas estructurales del Estado sin atender sus causas: mejorar el presupuesto, impulsa una mejor planeación del desarrollo y modificar el marco legal para dar viabilidad a los más de cien municipios que dependen básicamente de los presupuestos federales y estatales.

DB