Hidrodiplomacia en la relación México–Estados Unidos

Hidrodiplomacia en la relación México–Estados Unidos

La fuente

Hugo Rojas SIlva.

Hugo Roberto Rojas
Enero 9, 2025

A partir de este año y aprovechando el año de construcción de diferentes instrumentos de planeación, como es el Plan Nacional Hídrico, y el próximo Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030, es una buena oportunidad para definir lo relativo a una posible renegociación de diversos tratados internacionales, dentro del que está el de 1944.

La gestión del agua en México contempla acuerdos con los países con los que comparte frontera; sin embargo, es con los Estados Unidos de Norteamérica donde se presentan los mayores retos, toda vez que es esta zona geográfica en la que se han presentado mayores grados de sequía y escasez. Las condiciones de negociación siempre implicarán un riesgo cuando se realizan con el país dominante en lo económico y militar, pero en este caso el Tratado de Límites y Aguas Internacionales de 1944, que rige cómo se distribuirá el agua entre ambos países, se negoció en una coyuntura marcada por el final de la Segunda Guerra mundial, por lo que en este caso ha resultado ventajoso para México, se reciben cuatro veces más de lo que aportamos, mil 850 contra 432 milímetros cúbicos, y tenemos flexibilidad en la entrega en un plazo de hasta 10 años (Jiménez Cisneros, 2020). Sin embargo, la escasez, sequía y una inadecuada planeación de cumplimiento de nuestra parte ha puesto en riesgo la permanencia de este tratado, habiendo ya algunos llamados de algunos políticos y productores estadounidenses que exigen una renegociación del tratado y que como resultado, seguramente, no sería tan benéfico como el actual.

Para lograr un buen acuerdo como el anterior y bajo condiciones geopolíticas normales, se podría hacer uso de la hidrodiplomacia, la Unesco la define como la acción a través de métodos y técnicas de negociación, mediación y diplomacia que permitan a las partes involucradas encontrar soluciones mutuamente beneficiosas, identificar intereses comunes y evitar conflictos que podrían tener repercusiones negativas a escala económica, ambiental o social. 

Aunque, si algo hemos visto en las últimas semanas es que, lo que en el mundo parecían acuerdos tácitos entre países, donde se había aprendido de los errores del pasado y que parecía impensable regresar a discursos de odio, de dominación, de intervencionismo, de intolerancia, entre otros aspectos; parecen regresar.

La relación entre Estados Unidos y México entrará a una fase de estira y afloja en muchos temas de la agenda nacional, lo económico, migratorio, unos más ríspidos que otros, y sin duda, los temas de agua serán planteados tarde o temprano. Hoy escuchamos que por razones de seguridad nacional, nuestro vecino del norte, puede hacerse del territorio de Groenlandia, quien nos dice que bajo el mismo pretexto, se tomen decisiones muy alejadas de la hidrodiplomacia, que se traten de imponer por la fuerza del más poderoso.

Por todo lo dicho, lo que nos conviene es trabajar en un modelo de gestión de agua con la visión de seguridad hídrica que, al menos, en el caso del norte de la República, buscar la menor dependencia de las aguas transfronterizas, no puede tomarnos por sorpresa una decisión injusta y unilateral que afecte a la población, agricultores y empresas mexicanas. Lo que hagamos hoy en garantizar nuestra soberanía en estos temas es la mejor inversión para el futuro.

PAT

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