Historias de una campaña

Historias de una campaña

Justicia en Perspectiva 

Redacción
Junio 2, 2025

Ayer, al prepararme para ir a votar y cerrar estos meses de campaña, recordé algunas de las intenciones que dieron origen a mi candidatura para ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Entre mis propuestas, la principal era lograr una justicia cercana al pueblo. Sin embargo, fue precisamente durante la campaña que alcancé a comprender, con más profundidad que nunca, lo que significa realmente, una justicia cercana.

Recorrer el país me permitió escuchar historias como la del líder indígena que, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, me preguntaba por qué en su comunidad no había un parque con juegos infantiles; si acaso esos niños y niñas eran menos importantes que los de la ciudad. Reflexiones como la de una mujer indígena que celebraba el esfuerzo de hacer campaña en los 570 municipios de Oaxaca, porque así, los candidatos y candidatas sabrían lo que implica trasladarse desde los municipios más lejanos hasta los juzgados. O las peticiones de las mujeres del ejido de Valladolid que solo quieren un lugar fijo para poder vender sus artesanías.

Pero  me tocó también escuchar las historias más desgarradoras: de feminicidios sin resolver, de patrimonios arrebatados, de sueños truncados, de litigios interminables, de corrupción e indiferencia. Me tocó abrazar a una joven madre en el municipio de Guadalupe, Nuevo León, que por un accidente de trabajo perdió la voz. La tristeza de su mirada me sigue rompiendo el corazón.

Todas esas experiencias —y muchas más— me recordaron el mural de Cauduro en la Suprema Corte: Procesos viciados. En él se muestra, detrás de los archiveros que resguardan los expedientes, a una mujer llorando, o a personas atravesadas por la injusticia, sufriendo. Ese mural es un recordatorio importante. Pero los rostros y las historias contadas de viva voz dejan una impronta imborrable.

Esto es algo que, quienes hoy se siguen oponiendo a la Constitución, quizá no alcanzan a entender; que a los candidatos y candidatas, esta experiencia nos ha cambiado. Quienes sean electos o electas serán mejores personas juzgadoras por el solo hecho de haber hecho campaña. Lo que hemos aprendido lo llevaremos a nuestras sentencias y tendremos una justicia más empática.

Aunque todavía hay mucho por hacer, logramos —aunque sea un poco— acortar la distancia, para escuchar con humildad y abrir espacio a una justicia que no se impone desde arriba, sino que se construye desde las voces de quienes han sido ignorados por décadas.

Si eso no es justicia cercana, entonces tal vez hemos olvidado lo más básico: que hacer justicia no es simplemente resolver casos, sino que es saber escuchar.

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