Historias de vida, mi libro nuevo…
Con singular alegría
Al fin tengo que decir que mi adorado y nunca bien ponderado libro sobre las Escuelas de Artes y Oficios del estado, nació. Con todo y los tres mil quinientos traspiés que sufrió, no sé ni de dónde ni cómo, pero nació. Ha sido algo sorprendente para mí y aquí, les he de contar la historia.
Un día, la secretaria del Trabajo, la doctora Maribel Góngora me pidió que hiciera un libro de estas escuelas, de las que yo no conocía absolutamente nada. Nunca había entrado a ninguna de ellas. De lo que me había perdido.
Fui de sopetón y sin previo aviso a ver a Jaime Rebollo, el director general. Joven, blanco, con pelo chiquito y con años de experiencia. Entré a la Ciudad ICATI. Eran metros y metros cuadrados de parques verdes, en donde había de todo. Los polis de la entrada, el Área directiva; área administrativa; una EDAYO dentro: la de Zinacantepec; una grande cafetería, la juguería… y el señor de los tamales, que también hace jugos verdes; un campo de futbol; fuentes; terminales bancarias; tres estacionamientos enormes y mucha, mucha gente caminando
Allí, además de tener todo dentro y de ser tantos, todos se conocían. Todos se saludaban. La mayoría de las personas eran muy jóvenes. No sabía si eran los estudiantes, o los que manejaban las 47 escuelas. Luego me enteré que había dos coordinadores generales: uno para el Valle de México; y otro, para el Valle de Toluca. El primero tenía 27 escuelas a su cargo, el otro 20.
El ICATI era la estrella de la corona; la cereza del pastel, para la secretaria Góngora. Era un lugar lleno de algo muy importante: un mecanismo perfectamente establecido para que todos los jóvenes de nuestro estado, pudieran calificarse en algún arte u oficio, y después, tener ellos mismos, su propio negocio como emprendedores de la rama que hubieran escogido.
Disciplina, talento, inteligencia y dignidad. Eso sacaron en el transcurso de los años. Con eso se quedaron, y con todas las ganas del mundo, para que la gente supiera que sí se podía.
Es importante hablar de dos partes fundamentales, diferente de la administrativa: los instructores y los alumnos. Su relación, su perseverancia y su parte psicológica y afectiva, hacen que, los primeros eduquen y guíen a jóvenes desde 15 años, hasta gente de la tercera edad, de setenta y cinco años o más. Yo los vi, yo los viví.
Y sí, si es una parte importante mencionar a los directores. Todos son políticos: jóvenes y antiguos políticos mexiquenses, que le han dado estructura, valor, fuerza, inteligencia y honor a sus puestos. Con todo y pandemia. Con todo y descargas brutales de luz. Con todo y las descomposturas de sus máquinas, y de los salones en donde trabajan. Con todo y robos, goteras y muchachos a quienes orientar… o lo que se les ponga enfrente.
A ellos, a todos ellos, debe ir nuestro reconocimiento. Son seres extraordinarios de otro tipo. Es bueno y sensato haber podido entrar a Ciudad iCATi, y poder haber sabido algo íntimo de ellos: los dos coordinadores, los 47 directores, los muchos, muchísimos instructores y los miles de alumnos, que son todos, unos casos de éxito. Esto es una Serendipia para mí: un milagro haberlos conocido.
gildamh@hotmail.com