Ideas sueltas
Entendemos o entendemos
La lección para absolutamente todos ha sido muy dura. Quien diga que el año que está por concluir no le afectó en nada estará mintiendo. En lo emocional, en lo material, en lo familiar, en todos los rubros de la vida hemos sido sacudidos en menor o mayor medida por la pandemia del Covid-19. Evidentemente aquellos que han tenido la desgracia de perder a un ser querido son los más afectados, pero hay también quienes en este año fueron despedidos de sus empleos, otros tuvieron que cerrar sus negocios, muchísimos más vieron disminuir sus ingresos, hay quienes tuvieron que vender sus bienes para sortear la crisis y más de un millón de personas vivieron con el virus en su cuerpo y con la angustia de saber si librarían la enfermedad o no.
Una de las pérdidas más dolorosas para absolutamente todos fue la de la convivencia social, pero más que la convivencia, el gran golpe que tuvimos fue el de no poder demostrarnos afecto cercano con nuestros seres queridos, el no poder abrazarnos, tocarnos, sentirnos. El vernos a distancia sin poder saludarnos de mano y mucho menos de abrazo es algo que duele profundamente en el alma. Particularmente con nuestros adultos mayores, hacerles sentir nuestro afecto a través de un beso o un abrazo. Muchísimos padres y abuelos, no solo no tuvieron un roce de caricia, sino que no pudieron siquiera ver de cerca a sus hijos o nietos y decenas de miles se fueron de este mundo sin despedirse siquiera con una palabra de sus seres amados.
Una población altamente afectada en este 2020 fue el de los niños y jóvenes que vieron pasar su ciclo escolar delante de una computadora, televisión o dispositivo móvil y salvo los meses de enero y febrero, el resto del año, en particular con el más reciente ciclo académico no hubo un solo día en que pudieran disfrutar del goce de estar junto con sus amigos o compañeros en el salón de clases. Ellos perdieron la dicha de salir a jugar a la hora del recreo, de corretear, de trabajar en equipo, de ir en bola a la tiendita o a la cafetería de la escuela. Todo lo tuvieron que hacer a distancia. Las consecuencias de recibir clases en línea, para quienes tuvieron esa fortuna, se verán en el futuro. El nivel académico, de por sí bajo en nuestro País, podría caer aún más con las consecuencias obvias.
Otro grupo altamente afectado fue el de las amas de casa. A la ya de por sí pesada carga de mantener el orden en los hogares, que se multiplica gracias a la cultura machista que impera en millones de varones, la labor de ellas se multiplicó. Las mujeres que atienden los hogares debieron sumar a lo largo del año el cuidado y atención de los hijos en horas de clase. Pero para miles de ellas, esta pesada carga tuvo un elemento indeseable, el del maltrato, los golpes, vejaciones y violaciones. La violencia intrafamiliar se disparó exponencialmente y no hubo política pública alguna que ayudara a reducir esta incidencia. Al contrario, las autoridades federales negaron una y otra vez que el fenómeno estuviera ocurriendo, con lo que se revictimizaba a este amplio grupo de la sociedad.
Ahora, contrario a lo que la narrativa oficial se empeñaba en decirnos a todas horas en el sentido de que la pandemia está domada y que la curva de contagios iba a la baja, la cruda realidad obligó a las autoridades, por lo menos de la Ciudad de México y a su vecino Estado de México a modificar el “instrascendente” color del semáforo epidemiológico. Nuevamente lo pintaron de rojo y con ello se deben bajar las cortinas de cientos de negocios catalogados como no esenciales.
Frente a este panorama toca a los ciudadanos hacer nuestra parte. Si no entendemos que al relajar las medidas sanitarias y hacer lo que sabemos que no debemos hacer, la maldición del encierro y del distanciamiento social con todo lo que lleva implícito, se puede prolongar muchísimos meses más. Ahí están los casos de entidades como Veracruz, en donde solo 15 días les duró el gusto de ser ubicados en color verde. Luego de dos semanas de vivir en “normalidad”, los veracruzanos fueron coloreados de amarillo, en una clara advertencia de que no hubo cuidado y los contagios y muertes volvieron a incrementarse.
La vacuna contra la enfermedad que empieza a aplicarse a nivel mundial y que próximamente llegará a México nos da una luz de esperanza, pero falta mucho, prácticamente todo el 2021, para que la población completa sea cubierta. Así que o entendemos que todos debemos poner de nuestra parte o la triste historia de este año puede prolongarse mucho más de lo que deseamos.
POR SI ANDABA CON EL PENDIENTE
Ésta que inicia es una buena semana de reflexión para millones de creyentes y por qué no, de los no creyentes. El Papa Francisco difundió en su cuenta de Twitter en la semana que recién terminó: “Los eventos que han marcado este año nos enseñan la importancia de hacernos cargo los unos de los otros”. Bien vale la pena seguir el consejo.