Ideas Sueltas
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Su nombre es Florencia Serranía Soto. Por segunda ocasión en 17 años ocupa la dirección general del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México. Su primer periodo al frente del mismo ocurrió durante la jefatura de Gobierno del Distrito Federal del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, de 2004 a 2006. Quizá de ahí es que se sienta protegida, cobijada y amparada.
Serranía Soto cuenta con estudios profesionales en Ingeniería Mecánica por la UNAM y realizó estudios de maestría y doctorado en el área de Ciencias Materiales por la University of London. Su vida profesional desde hace 21 años ha estado ligada al transporte y la movilidad en la capital del país, lo que la respalda para ocupar el cargo que ostenta. Sin embargo, ella, al igual que muchos funcionarios de los gobiernos emanados o identificados con la llamada Cuarta Transformación son víctimas de su propio chocolate, como se diría coloquialmente.
El drástico recorte a áreas consideradas no prioritarias en estas administraciones ha impactado negativamente en la vida diaria de cientos de miles o millones de personas que tienen la necesidad de acudir a esos servicios, llámense guarderías, casas de protección a mujeres maltratadas, medicamentos contra el cáncer, becas científicas como la que tuvo algún día Serranía Soto, o el mantenimiento a las líneas del Metro.
A pesar de la experiencia que la actual directora del Metro ha acumulado durante dos décadas, su gestión al frente de este transporte en el Gobierno morenista de Claudia Sheinbaum deja mucho que desear. En los primeros días de marzo de 2020, cerca ya de la medianoche dos trenes de la Línea 1 tuvieron un aparatoso choque en la estación Tacubaya dejando como saldo un pasajero muerto y 41 lesionados. Los peritajes en esa ocasión concluyeron que el accidente fue por errores humanos por lo que se ejerció acción penal por homicidio culposo y lesiones.
Serranía Soto se mantuvo en su puesto.
En enero de este año, se registró un incendio en una Subestación Eléctrica del Metro, dejando como saldo una persona muerta, 32 hospitalizados y la suspensión indefinida durante varias semanas de las líneas 1, 2, 3, 4, 5 y 6. Millones de personas fueron afectadas en sus traslados diarios. De igual forma se abrió una carpeta de investigación por los delitos de homicidio culposo. Y Serranía Soto se mantuvo en su puesto.
El tercer accidente con fatales consecuencias fue la semana pasada. El mundo entero conoció de la tragedia en la llamada Línea Dorada, obra “estelar” del hoy canciller Marcelo Ebrard, en la que perecieron hasta ayer 26 personas y varias decenas se encuentran aún hospitalizadas. Las investigaciones ya están en marcha, pero Serranía Soto se mantiene en su puesto.
En cualquier parte del mundo, por dignidad incluso, quien está al frente de la obra o transporte siniestrado de inmediato presenta su renuncia. En México no.
Las 26 víctimas mortales lo merecen. Para sus familiares que esa noche esperaban su retorno y que nunca más los volverán a ver quizá no sirva de nada, pero sería un buen gesto. Serviría incluso para levantar la imagen del movimiento político al que pertenece Serranía Soto demostrando que efectivamente no son iguales que los gobiernos anteriores.
Comentarios: miguel.perez@estadodemexico.jornada.com.mx