IEEM, historias de terror y calumnia

Observatorio Electoral

Desde su nacimiento en 1996, los integrantes del consejo general del IEEM han estado sujetos a múltiples acciones desde el gobierno estatal, para que acaten siempre las instrucciones tomadas desde ahí. Por lo general, la lógica de someter a sus consejeros generales ha sido la que ha imperado en ese órgano electoral, formalmente autónomo. Cuando alguien se ha salido de esa lógica, los ataques o calumnias contra ellos han sido constantes. Van algunos ejemplos.

El primer consejo general, que funcionó entre 1996 y 1998, no tuvo mayores complicaciones. Acató siempre las instrucciones recibidas y terminó sin pena ni gloria. Sin embargo, con el consejo general existente entre 1998 y 2003 sí las hubo. El 20 de mayo de 2000 (a 32 días de la jornada electoral del 2 de julio), el consejero presidente José Ma. Sáinz renunció por “problemas de salud”, en medio de fuertes presiones gubernamentales.

El caso de su sucesora fue más escandaloso. El 25 de febrero de 2003 (a once días de la jornada electoral del 9 de marzo) María Luisa Farrera sufrió un atentado con arma blanca en el elevador que la llevaba a su oficina. Después, esa agresión fue convertida por el procurador Navarrete Prida en autoatentado. Éste ha sido, sin duda, uno de los capítulos más oscuros en la historia del IEEM, del que nunca se supo la verdad.

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El siguiente consejero presidente, José Juan Gómez, el primero en ser propuesto por el PAN, recibió las más fuertes amenazas del aparato gubernamental, electoral y del PRI. Isidro Pastor le exigió varias veces incondicionalidad y subordinación. En medio de esa fuerte disputa por el poder, surgió el escándalo de corrupción de Cartonera Plástica y todo el consejo general fue obligado a renunciar.

El nuevo consejo general, encabezado por José Núñez, ha sido el más amenazado por el poder gubernamental. Al ser integrado mayoritariamente por gente con trayectoria independiente, el gobierno estatal y el PRI maquinaron varias acciones y calumnias en contra de sus integrantes: la camioneta del consejero presidente tuvo un problema inesperado rumbo a Ixtapan de la Sal, Bernardo Barranco fue espiado en su correo electrónico oficial y a Norberto López se le inventaron adicciones.

Esta ha sido la constante en el IEEM. 

El gobierno y los representantes partidistas han buscado debilitar a los árbitros electorales independientes. A los aliados del sistema les han dado todos los apoyos económicos; a los disidentes solo ataques y calumnias. Los representantes de la línea dura han sido muchos: César Fajardo, Horacio Jiménez, Rubén Islas, Eduardo Bernal, (quien amenazó directamente a este autor en 2016) César Severiano y Tonatiuh Medina, entre otros, se han encargado de someter a los consejeros por las buenas o por las malas.

Otros, aunque ya no son consejeros, siguen siendo objeto de ataques o calumnias, especialmente Bernardo Barranco, al que incluso amenazaron con acciones penales. El autor de esta columna no se queda atrás. Aplicando sin ningún escrúpulo la frase de “calumnia, que algo queda”, el representante del PANAL, Efrén Ortiz, aseguró el 28 febrero que la legislatura mexiquense le dio un bono de seis millones de pesos para su retiro. Una más de sus mentiras.

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Estas prácticas mafiosas de agresiones, amenazas y calumnias, que todavía persisten, deben eliminarse del IEEM. La política debe civilizarse. No puede seguir al nivel del lodo. Hacen falta representantes de mayor estatura política, no mercenarios al servicio del poder.