Inconsistencias en datos e indicadores
La Fuente
“¡Datos! ¡Datos! ¡Datos!… No puedo hacer ladrillos sin arcilla”
-Sherlock Holmes
Sin duda el tema de la escasez del agua se ha agravado en los últimos años, aunque para los que hemos trabajado en el subsector “agua y saneamiento de México” no es nuevo ni sorprende.
Usted, estimado lector, podría imaginar que los datos y estadísticas con los que se analiza y enfrenta la situación de la cada vez más preocupante falta de agua son suficientes, en oportunidad y confiabilidad, sin embargo, no es así.
Desde hace algunas décadas se implementaron los llamados “indicadores de gestión”, mismos que estaban llamados a recopilar información que pudiera compararse entre prestadores de servicios relacionados con el agua del planeta.
Estos “indicadores” están construidos con una base propia de una prestación de servicio público tan particular como lo es el agua. Este tipo de información es vital para conocer la situación real de los recursos hídricos, su distribución y tratamiento. Claro que han existido propuestas para mejorarlos y especificar algunos datos que son más útiles que otros, pero no se ha conseguido una homologación de los datos que son recabados por las diferentes dependencias que se encargan de ello.
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¿Quiénes obtienen datos de primera mano para compilar estadísticas del agua en México? INEGI, Conagua, IMTA, ANEAS y los prestadores de servicios públicos del país. Todas estas entidades solicitan información para generar estadísticas, pero no se han podido homologar los indicadores, la forma de obtenerlos, la periodicidad con la que se adquiere la información, ni lo que es posible y relevante.
El INEGI cuenta con varias encuestas que tienen diferentes objetivos, como puede ser el Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Delegacionales, la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), las Cuentas Económicas y Ecológicas de México, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, la Encuesta Intercensal y, por supuesto, el Censo General de Población y Vivienda, principalmente.
La primera gran diferencia entre los datos que se recopilan es la temporalidad. Mientras los cencos generales ocurren cada 10 años, las otras encuestas se levantas cada 2 o hasta 5 años, lo que por metodología lleva a tener que esperar 10 años para actualizar con datos del censo general cuálquier posible desviación estadística que haya ocurrido.
Se debe considerar que los datos pueden no coincidir porque el sujeto estudiado es diferente. Por ejemplo, el censo a gobiernos municipales, donde existe un apartado exclusivo para agua potable y saneamiento, es contestado por los responsables de prestar el servicio; en el caso de la ENIGH lo contestan quienes reciben el servicio, el mismo caso aplica para la Encuesta de Impacto Gubernamental.
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Otra diferencia es, sin duda, el grado de profundidad con la que se realiza cada encuesta. Se esperaría que el Censo General nos arrojará la información más confiable, sin embargo, no está exenta de algunos errores debido a que el cuestionario es muy extenso y el encuestador puede que no esté familiarizado con términos técnicos propios de la prestación de los servicios del agua.
Es una realidad, los indicadores no tienen el mismo significado para las diferentes instituciones o documentos, como la “cobertura de agua”, que tiene diferentes interpretaciones. Este indicador oscila entre 62 y 96% del territorio nacional, dependiendo de quién emite el dato.
Para el Plan Nacional de Desarrollo la cobertura de agua es aquella que permite a los hogares contar con agua los 365 días del año y las 24 horas del día, apta para consumo humano, de hecho, es la definición que corresponde con la del Derecho Humano al Agua, y equivale al 62% de la población mexicana. Pero si queremos hacer más amplio el concepto y definirlo como “aquella población que cuenta con la infraestructura para obtener el servicio”, es cuando sube hasta el 96%, aunque el agua llegue a los hogares una vez al mes.
Un elemento más, por supuesto, es la información que proporcionan los prestadores de los servicios de agua y saneamiento del país, información que no siempre se obtiene por la falta de personal calificado para ello. Algunos de estos organismos no cuentan con áreas de planeación o simplemente no cuentan con la infraestructura para medir los indicadores de gestión, esto es provocado también por la falta de un modelo de gestión que permita regular este tipo de información y que haga obligatorio presentar los datos correctos a una autoridad responsable.
Como puede observar, estimado lector, es necesario ponernos de acuerdo, es necesario construir un sistema de información del agua en México, uno que refleje la verdadera situación de este recurso cada vez más y más valioso, solo así podremos implementar políticas públicas y un modelo que responda a los retos que enfrentamos todos.
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