La 4T y el modelo de gestión del agua
La Fuente
Cuando se plantean nuevos modelos de desarrollo o nuevas visiones de país, como la que el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador ha llevado a cabo en México, hay cosas que no acaban de morir y otras que no acaban de nacer, existen fuerzas que luchan entre sí, intereses que no desean (por supuesto) dejar sus cotos de poder o grupos que no está en sus planes renunciar a sus beneficios.
Hoy es claro, que el modelo económico que imperó por décadas, dejó de responder a la solución de las problemáticas y preocupaciones mundiales, más que nunca en la historia de la humanidad, la desigualdad, la pobreza y el deterioro ambiental afectan a un porcentaje muy considerable de la población mundial, y bajo el modelo mencionado no hacían más que incrementar y profundizar, las consecuencias están a la vista, los beneficios que se pudieron alcanzar se opacan con crisis humanitarias como la migración masiva, eventos meteorológicos extremos, pobreza, enfermedades y pandemias, inseguridad, entre otros.
Dentro de esta construcción mundial del modelo económico, la gestión del agua no estuvo exenta, las recomendaciones vinieron prácticamente en el mismo sentido para todo el planeta, promover la propiedad privada del recurso fue uno de los puntos impulsados, como garante que de esa forma se “cuidaría” su manejo, otro aspecto que había que garantizar era la disponibilidad para el capital privado, afortunadamente en México, no existieron las condiciones necesarias para otorgar el primer punto, pero para el segundo si se hicieron algunas modificaciones a la Ley de Aguas Nacionales, sobretodo por el cumplimeinto de la firma del TLC en 1994, un aspecto más era lograr la suficiencia financiera de cada organismo operador, sin tomar en cuenta las diferencias abismales entre municipios de nuestro país.
La municipalización de los organismos ocurrió justo al inicio de ésta etapa, no podemos identificar que la razón haya sido ésta, por que tal vez se hubieran tomado otras medidas, como el que el Gobierno Federal garantizara la prestación del servicio para tranquilidad de los inversionistas, pero tal vez no hacía falta, al poder otorgarles concesiones de forma directa, con lo que les aseguraba contar con esta materia prima fundamental en sus procesos productivos.
Por tanto, pareciera que el modelo anterior al neoclásico no acabó de sustituírse, debido a lo que históricamente los sectores sociales y productivos han representado en nuestro país, nos referimos al sector agrícola y a los pueblos originarios que siempre han defendido sus recursos, o como ellos los reconocen: su patrimonio natural; a pesar de los cambios promovidos, desde el tratamiento de la autoridad hacendaria, desde los mecanismos de regulación, entre otros, tampoco acabamos de identificarlos para poder debatirlos y modificarlos con el objetivo de construír un modelo que responda a nuestra visión de bienestar, que se sacuda la inercia de programas y proyectos que no resuelven los problemas y que no dan certeza de nuestro futuro, ésto no se logrará con un nuevo programa, o con dirigir algunos recursos hacía tal o cuál proyecto, deberá construirse desde una plataforma diferente, con una visión diferente, desde el más alto nivel institucional, tomando en cuenta a los tres órdenes de gobierno; el agua es un elemento transversal para el bienestar de la sociedad y la naturaleza, a la altura de esa importancia es que el gobierno actual y los futuros deben pensar y construír junto con la sociedad y actores involucrados.
TAR