La costumbre de inflar el presupuesto

Los más de 3, 541 millones de pesos que el consejo general del IEEM aprobó, como proyecto de presupuesto de egresos 2024, es una cifra muy elevada, desde cualquier punto de vista, por varias razones. Por ejemplo, tomando como referencia los proyectos de presupuesto del INE y del OPLE de la Ciudad de México, resulta que el costo por elector es mucho más alto en el Estado de México, que en la capital de la República y en el resto del país.

Tomando en cuenta que el proyecto de presupuesto del INE para 2024 es de más de 23, 757 millones de pesos y la lista nominal nacional es mayor a 97 millones de electores, el costo programado para obtener el voto de cada uno de ellos es superior a los 244 pesos; en el caso de la Ciudad de México, que proyectó un presupuesto mayor a 1, 558 millones de pesos y tiene más de 7 millones 851 mil electores, el costo programado para obtener el voto de cada uno de ellos es superior a los 198 pesos.

Pero en el caso del Estado de México se dispara todavía más: tiene proyectado un presupuesto mayor a 3, 541 millones de pesos y una lista nominal de más de 12 millones 779 mil electores, por lo que el costo programado para cada uno de ellos es superior a los 277 pesos. ¿Por qué cuesta más un elector en suelo mexiquense que en la capital de la República o en el resto del país, que además carece de órganos desconcentrados permanentes como el INE o el IECM? La respuesta está en la costumbre de inflar el presupuesto electoral, a fin de tener siempre una caja chica para diversos fines.

Desde sus inicios, en 1996, el IEEM ha inflado sus proyectos de presupuesto cada año, con el argumento de que la Secretaría de Finanzas o la Legislatura estatal le recortará aproximadamente un 10 por ciento. Ha sido un círculo de engaños donde cada quien ya sabe las mañas del otro. Sin embargo, generalmente ambos poderes eran muy generosos con el órgano electoral. No le regateaban recursos porque para los gobiernos priistas el presupuesto electoral no era un gasto, sino una inversión para mantener el control de consejeros, directivos y representantes de los partidos políticos, casi todos muy apegados al dinero.

El presupuesto del IEEM siempre ha sido muy elevado y, salvo en las elecciones de 2005 y 2006, nunca se ha sabido que otro consejo general haya ahorrado algo. En esa ocasión los consejeros pidieron al gobierno del estado de México que lo devuelto se destinará a educación y salud, para que hubiera escuelas y hospitales más dignos y equipados. El resto de los consejos generales siempre han derrochado el presupuesto. Han buscado la manera de gastarlo en vehículos caros, remodelaciones de oficinas, mobiliario suntuoso, comidas, asesorías y un largo etcétera.

Pero incluso ese consejo general ahorrador presupuestó de más, aunque después regresó el dinero, para evitar tentaciones y corruptelas. Un ex director de administración, conocedor de los manejos internos del IEEM, le dijo a un grupo de integrantes de ese órgano colegiado: “señores consejeros: si ustedes no llegan al cargo, ese dinero habría desaparecido”. Sabía de lo que hablaba, porque conocía de primera mano los excesos en que se incurría cuando se gastaba el dinero en ese órgano electoral.

Esa concepción de que solo con mucho dinero se pueden organizar las elecciones debe cambiar. No se puede seguir derrochando en los comicios mientras que, por ejemplo, los sistemas educativo y hospitalario carecen hasta de lo elemental. Hay que invertir en prioridades.

TAR