La derecha que viene

Hay diversas evidencias alrededor del mundo que exhiben el retroceso electoral de los partidos históricos. Ya desde los 80’s Norberto Bobbio escribía un texto para poner a discusión las grandes características pragmáticas e ideológicas en su libro “Derecha e Izquierda” (1994). Si consideramos junto con este periodo el surgimiento de las medidas económicas más radicales a favor del mercado y en detrimento de los equilibrios sociales, surge un nuevo impulso por un “centro imaginario” la teoría del elector mediano lo explica bien, ese principio evolucionó luego con el neoliberalismo del que destacadamente podemos ubicar autores y textos hacia la mitad de los 90’s que ya advertían que la desaparición de los principios ideológicos en los partidos tendría consecuencias insospechadas. Dichas advertencias a muy pocos les importaron, pues en todo el mundo se dieron gobiernos de coalición o coaliciones electorales que desdibujaron esos límites ideológicos. Cuando Andrés Manuel López Obrador sintetizó en una expresión corta y contundente el binomio impensable entre el PRI y el PAN como responsables del pasado calamitoso en nuestro país, seguramente nunca imaginó que ese PRIAN se convertiría en una oferta política que le ofrecería tan poca resistencia unos años después. 

Para agregar un punto de comparación ubiquémonos en 1994, en esa elección presidencial es de todo conocido el cúmulo de errores y acontecimientos que provocaron el triunfo del PRI a pesar de una creciente oposición en su contra, en aquella ocasión Zedillo obtuvo el 48.69% el PAN 25.92% y la fulgurante imagen de Cuauhtémoc Cárdenas se llevó 16.59% aludiendo desde entonces al famoso fraude electoral. Treinta años después lo que ha sucedido es un declive espectacular del Revolucionario Institucional que hoy ronda el 9.54% (5 millones 725 mil 299 votos) en los resultados a la presidencia de la república, para el PRI que hace 30 años era el partido hegemónico y habría obtenido casi 12 millones de votos más en comparación y el mismo PRI que nació antirreeleccionista acaba de escriturar su futuro con el que seguro será su enterrador, pues difícilmente con la dirigencia de Alito Moreno el priismo le sobrevivirá para el 2032. 

Los cambios pendulares en el mundo podrían orientar nuestra mirada hacia el PAN que en estas tres décadas pasó de ser una oposición leal a una oposición cada vez más débil, en los mismos treinta años sus votos pasaron de 9 millones 146 mil 841 (1994) a 9 millones 644 mil 918 (2024), es decir, poco menos que nada se ha movido en treinta años. En este sentido, el futuro parece irremediable sin una izquierda vigorosa como lo fue en su momento el perredismo y sin una centroizquierda como lo planteó durante décadas el PRI, el espectro de la oposición se trasladará hacía la derecha y es poco probable que la encabece el antiguo PAN. 

Los vientos ya se mueven en favor de nuevos liderazgos que aparentemente surgen de la sociedad civil pero que siempre son movidos por los hilos de los grandes capitales. Un partido libertario al estilo europeo (ultraderecha) o al estilo de Javier Milei (anti-estatista) se antojan como las opciones más viables, más cercanas a los intereses de los grandes capitales y ese 20% que se ubica de la clase media hacía arriba, a los que nos les interesa ni los principios ideológicos ni las agendas programáticas y para quienes la única motivación es ganar más sin importar a costa de quién lo consiga. Esa derecha siempre ha estado ahí y buscará nuevos representantes, el espacio lo tienen libre y quienes podrían oponerse han claudicado en medio de disputas internas que sólo aceleran su descomposición. Por otro lado, el registro de nuevos partidos políticos arranca en enero de 2025 según el Art. 11 de la Ley General de Partidos Políticos y con la inminente reforma electoral que avanzará paralelo el próximo año será de redefiniciones en nuestro sistema de partidos. 

Para los que venimos del pasado y crecimos con tres grandes ejes ideológicos tendremos que irnos acostumbrando a los dos grandes polos que se alejan del centro y que hoy se caracterizan por la emergencia de liderazgos mesiánicos que se construyen bajo el culto a la personalidad (personalismo político); simplificación de los problemas complejos (anti-profesionalización de la política) y soluciones fáciles para problemas estructurales (populismo), esos líderes ya están en México y muy pronto comenzaran a asomar sus cabezas.