La importancia de la seguridad alimentaria

Diálogo en silencio

Hay rubros que no se deben desatender. Que no atraen reflectores, pero son fundamentales para la vida. Y que avanzan o retroceden de manera silenciosa. Uno de ellos es la seguridad alimentaria.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, sostiene que la seguridad alimentaria existe cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades energéticas diarias para llevar una vida activa y sana. 

Es un tema que repercute positivamente en la economía, en la salud, la educación, la igualdad y el desarrollo social.

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En el estudio “El estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2021”, de la FAO se señala que en la actualidad unos tres mil millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable y otros mil millones se sumarían a la cifra anterior si alguna perturbación redujera sus ingresos en un tercio. Además los costos de los alimentos podrían llegar a aumentar para 845 millones de personas si se produjera una alteración de los enlaces de transportes fundamentales, como se trastocaron durante la pandemia de Covid-19 por ejemplo.

Datos de la Organización de las Naciones Unidas señalan que después de varias décadas de una disminución constante, el número de personas que padecen hambre comenzó a aumentar lentamente a partir del año 2015. 

En el capítulo de Hambre Cero se desglosan las estimaciones por región de personas que padecen hambre en el 2015. La región más afectada es África con 232.5 millones de personas; le sigue América Latina y el Caribe con 34.3 millones de personas ; Estados Unidos y Europa con 14.7 millones de personas y Oceanía con 1.4 millones de personas. 

La misma ONU advierte que el mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para el 2030 y precisa que si continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el hambre superará los 840 millones de personas para ese año.

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Por ello se requieren cambios en el sistema agroalimentario que se integra por todas las actividades relacionadas con la producción y distribución de productos alimentarios; es el recorrido de los alimentos desde que se cultivan hasta la mesa. 

Se sostiene que una de las acciones que pueden reducir la pobreza y el hambre es el combate con políticas que garanticen la seguridad alimentaria; acompañada de acciones de nutrición directa e inversiones en salud, agua y educación. 

Todo un reto que se lee ambicioso sobre todo cuando hay indicadores que señalan que para poner fin al hambre en el mundo en 2030, se necesitan por término medio, alrededor de 267 mil millones de dólares adicionales al año para invertirse en las zonas rurales y urbanas, y en protección social, con la finalidad de que los pobres tengan acceso a alimentos y puedan mejorar sus medios de vida.

En los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU se establece para ayudar desde nuestros propios ámbitos es necesario hacer cambios en la vida cotidiana, como en el hogar, en el trabajo y en la comunidad; apoyando a los agricultores o a los mercados locales y tomando decisiones sostenibles sobre alimentación, apoyando una buena nutrición y luchando en contra del desperdicio de alimentos.

@periodistamex