La Marcha y la Reforma

Diálogo en silencio

Estamos a unas horas de que se lleve a cabo la marcha en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) y la estridencia no se ha hecho esperar. El ambiente parece tornarse polarizado entre dos frentes; por un lado quienes se oponen a la propuesta del Ejecutivo para hacer cambios en el sistema electoral y en el otro el mismo presidente que ha tomado en sus manos la defensa de su proyecto.

Distintos actores y sectores se han involucrado en esa espiral. Llama la atención el de la Iglesia.

La Conferencia del Episcopado Mexicano reconoció a las autoridades electorales pero fue enfática al señalar su preocupación por la iniciativa del Ejecutivo federal que calificó de regresiva y que constituye un agravio a la vida democrática del país y que afectará la representación y equilibrio de las minorías y mayorías llevando el control de los comicios hacia el ámbito del gobierno federal centralista. Cierra su comunicado exhortando a no poner en riesgo la estabilidad y gobernabilidad democrática del país.

Y es que se registra en el ambiente la tentación de beneficiar, a través de la reforma del Ejecutivo, a su partido político, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). 

La pretensión de los ajustes al sistema electoral deben ser para cumplir y garantizar los preceptos que enuncia Luis Carlos Ugalde en su ensayo “El reformismo electoral mexicano 1977-2019”, que se publica en la obra “Elecciones, justicia y democracia en México. Fortalezas y debilidades del sistema electoral 1990-2020”, editada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que son universalidad, transparencia, estabilidad, predictibilidad, simpleza y potencia para cumplir a cabalidad la finalidad de construir legitimidad democrática.

Las reformas electorales deben ser un antes y un después en la vida democrática del país. Hay autores que marcan el inicio de las reformas en nuestro país, en el año de 1946 cuando se institucionalizan los procesos electorales, aunque el gobierno era el que controlaba todo el órgano electoral. El avance de la historia tomó el rumbo de la ciudadanización.

El propio Luis Carlos Ugalde considera como las más relevantes de esas reformas la de 1977 que define como aquella que marca el inicio de la transición a la democracia; la de 1996 que da autonomía constitucional al Instituto Federal Electoral y la de 2014 que centraliza la organización de los comicios en una autoridad nacional electoral que es el INE.

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Se debe poner atención y escuchar a todas las voces para que esta reforma sea de gran calado, porque como bien lo advierte Luis Carlos Ugalde “los cálculos de interés político a corto plazo pueden desplazar las consideraciones de largo plazo y ocultar las consecuencias negativas”.

De entrada será sano no desacreditar la Marcha por la Defensa del INE que se realizará el próximo 13 de noviembre y ser tolerantes y receptivos de todos los puntos de vista. Lo que está en juego no es cosa menor. Sería estéril regresar a los tiempos hegemónicos de una sola fuerza política.

Debe haber certeza y claridad en nuestros procesos electorales para tener autoridades fuertes y legitimadas por el respaldo ciudadano. Las elecciones no son temas menores, ya lo expone Roger Bartra en su libro El Regreso a la Jaula al recordar un dicho según el cual perder unas elecciones es normal en una democracia, lo malo es perder la democracia en unas elecciones. 

@periodistamex