La opacidad del INE

Observatorio Electoral

Uno de los principios básicos de la materia electoral es la máxima publicidad. Ésta es una obligación de la autoridad comicial, algo en que el Instituto Nacional Electoral (INE) no ha cumplido durante los concursos para integrar el consejo general del Instituto Electora del Estado de México (IEEM). Este hecho se puede probar en cada uno de los procesos selectivos realizados desde que tiene tal función.

En 2014, el INE solo dio a conocer los resultados del examen de conocimientos y del ensayo. No se tomó la molestia de publicar las cédulas de valoración curricular y entrevista de cada aspirante designado para alguna consejería; en 2017 y 2020 solo publicó las cédulas de las personas nombradas para las tres consejerías; además, hasta el viernes pasado todavía no publicaba las de las dos finalistas para la presidencia del IEEM, a pesar de que el dictamen correspondiente así lo anuncia (https://bit.ly/3nfakVa). En ningún caso se han publicado las cédulas de valoración curricular y entrevista del resto de los entrevistados. La pregunta es ¿por qué?

Todos los concursos de selección realizados han dejado dudas. Prevalecen interrogantes sobre los motivos del INE para designar en las consejerías a personas de las que no ha mostrado evidencias de haber sido las mejor evaluadas. A pesar de eso han sido seleccionadas. Por el principio de máxima publicidad tendría que conocerse toda la documentación de las personas que han llegado hasta la etapa final, pero esto no ha ocurrido. El INE ha violado este principio. Ha sido opaco. Se ha negado a publicar la información completa de los concursos.

La opacidad del INE para decidir cuál información se publica también ha dejado en estado de indefensión a los entrevistados y al resto de los concursantes: a las primeros porque solo han sido publicados parcialmente sus cédulas de valoración curricular y entrevista; a los segundos porque no les han publicado nada. Esta opacidad, que data de 2014, hace probable que se hayan nombrado como consejeros a ciertos aspirantes con calificaciones menores que los no designados, sin poder impugnarlo.

El problema se agrava en el contexto actual. El 16 de abril fue declarado desierto, sin aportar elementos convincentes, el concurso para designar a la nueva consejera presidenta del IEEM. Al respecto, conviene recordar el único caso similar, ocurrido en Michoacán en 2019. Ahí se dijo que los entrevistados tuvieron calificaciones muy bajas (73. 02 de promedio). Pero este no fue el caso mexiquense. Las dos finalistas, Vanessa González y Gloria Morales, tuvieron calificaciones casi idénticas en la valoración curricular y entrevista (83. 9 y 83. 8 puntos, respectivamente). No se podía decir que el promedio de ellas fuera bajo. Ese no fue el problema.

Todo parece indicar que el fondo fue político. Al gobierno mexiquense le preocupó mucho que se fortaleciera la autonomía del IEEM y se saliera de su control. Eso no está en sus planes. Le interesa conservarlo como un apéndice más, controlado a través de la Secretaría Ejecutiva, como se ha hecho desde su fundación, salvo excepciones.

Al sistema no le convenía que alguien ajeno a él ocupara ese cargo. Era un riesgo que el gobernador no estaba dispuesto a correr. Por esa razón, a través de sus operadores frenó la designación de la aspirante con más consenso y para eso contó con el apoyo de las más altas autoridades del INE. Dada la proximidad del nuevo concurso vale preguntar ¿se repetirá la injerencia del gobierno estatal?