La Presea Leona Vicario

Estamos en el proceso de inscripción a la Presea Estado de México 2023, que es el máximo reconocimiento que se entrega a personas en lo individual o colectivamente, por su conducta, actos u obras.

Son 15 categorías; una de ellas la Presea de Periodismo e Investigación “Leona Vicario”, denominación más que justificada en honor a la heroína de la Independencia; periodista, intelectual y activista social con una formación que le dio un sentido crítico en sus colaboraciones en El Ilustrador Americano (1812-1813) y en el Seminario Patriótico Americano (1812-1813). 

El periodismo es empático y más cuando se trata de hechos sociales, por eso es justo reconocer la labor de informadores que han contribuido a interpretar y retratar un momento de la realidad de esta entidad con más de 17 millones de habitantes o incluso de otras latitudes.

Son historias, como la de un galardonado que vivió una cobertura en Guerrero durante los estragos ocasionados por la tormenta tropical Ingrid y Manuel. Se trata de Félix Montesinos Corona.

Félix es camarógrafo desde hace 45 años. Inició en Canal Once y actualmente colabora en el Sistema Mexiquense de Medios Públicos. 

En septiembre de 2013 recibió la instrucción de cubrir el desastre natural con el apoyo Agrupamiento Relámpagos; estuvo a punto de no salir, la aeronave registraba sobrepeso, por eso dejó su tripie y viajó solo con cámara, lámpara y micrófono.

Relata que Televisión Mexiquense fue de los primeros medios en llegar a la zona devastada; primero en Acapulco y de ahí a un punto en la sierra de Guerrero para establecer un puente de ayuda. “Los Relámpagos llevaban víveres, los dejaban en las comunidades y regresaban con gente que necesitaba atención urgente”, relata. Todo lo documentó con su cámara.

En uno de esos traslados, aprovechando su complexión delgada se logró colocar entre los víveres y volaron a la zona montañosa, aproximadamente al mediodía; dejaron artículos de primeros auxilios y justo en el momento en que el helicóptero iba a despegar para regresar al puerto, se percató de la aproximación de un señor con una niña que desfallecía en sus brazos.

Alertó al piloto y le pidió que los llevarán; él cedió su espacio al señor con la menor; se quedó con su equipo. “¿A qué vine? A trabajar, a grabar y empecé a entrevistar gente, a levantar imágenes de las casas, de la gente, de la comunidad”.

Pasaron las horas, se nubló el horizonte y no regresó el helicóptero; se fue caminando hacia un parque para buscar un lugar en donde dormir.

Los lugareños lo abordaron y le advirtieron de los riesgos que corría a la intemperie, porque en las noches bajaban animales que podían atacarlo; accedió a su generosidad y le dieron oportunidad de dormir en una vivienda humilde ubicada a 500 metros del punto ya en las faldas del cerro en donde generosos le compartieron la cena: la mitad de un pocillo de atole de guayaba. Fue su invitado de honor.

Al siguiente día se levantó a las seis y siguió trabajando; al ver que no regresaban por él, con el apoyo de un guía y preocupado por enviar el material para la televisora, intentó regresar por la montaña; justo empezaban a internarse cuando escucharon el motor de uno de los Rojos (así llamaban los lugareños a los Relámpagos) y dio su cámara al guía para que le ayudará a moverse más rápido y no irse de boca; alcanzaron al helicóptero.

“En mi cabeza estaba la idea de ayudar; este trabajo es hermoso, una ventana al mundo; estoy agradecido y si pudiera volver a hacerlo lo haría otra vez, porque el periodismo es un modo de ayudar a la gente a través de lo que transmitimos, informando lo que sucede; me gustaría morir con mi cámara porque es mi obsesión y modo de vida”; expresa Félix.

Son historias que motivan. Si conoce a alguien que pueda ser merecedor de la presea, inscríbalo o participe en el link http://edomex.gob.mx/registro-presea el plazo vence el próximo 30 de noviembre.

@periodistamex Alberto Rosalío Soto