La reinita pop no ha muerto

La novela La reinita pop no ha muerto, escrita por Criseida Santos Guevara, cuenta la historia de Lupe, una lesbiana que vive entre Houston

La novela La reinita pop no ha muerto, escrita por Criseida Santos Guevara, cuenta la historia de Lupe, una lesbiana que vive entre Houston y Monterrey en la constante persecución de un sueldo estable; en uno de esos viajes conoce a Inés, una inmigrante chilena, obsesionada con el arte hispánico, quien le da trabajo a la protagonista en Houston. Lupe se convierte en una cantante de rap que ve frustrado su sueño tras quedar inmiscuida en un escándalo por el robo de una canción de Eminem, después de caer en el olvido.

Es la historia contada por la propia Lupe, empecinada en escribir la gran novela lésbica mexicana desde su visión, como una machorra closetera, proveniente de un territorio precarizado, pero rico en cultura.

La reinita pop no ha muerto es un texto en el que se rescata la fuerza, el carácter y las agallas de Lupe, pese a todo lo negativo que ha escuchado de los demás o a su vergonzosa decepción amorosa; pero ella no sabe guardar nada para sí misma y surge su necesidad por documentar su declive en picada, desde la fama hasta su puesto como operadora en un call center, el amor no correspondido y el soporte que encontró en la música pop.

Las líneas escritas por Santos Guevara retratan esa historia de decadencia de forma burlesca y con una narración cargada de humor negro. Ganó el Premio de Literatura Breve en 2013, cuando su autora se encontraba cursando un taller de escritura bilingüe en la Universidad de Texas. Finalmente, el relato se convierte en un viaje alucinante entre la música y las locuras de una joven extrovertida, que se enmarca en las historias reales de las personas que viven la transición de fronteras; es también una evocación a los sueños de juventud y los golpes de realidad en la transición a la madurez.

Se trata de una novela contemporánea de temas de actualidad. La escritura de Criseida Santos Guevara referencia pasajes escandalosos y una serie de temas musicales que contextualizan la historia de Lupe. La autora sitúa la temporalidad de esta obra durante la guerra en contra del narcotráfico promovida por Felipe Calderón, expresidente de México; al contextualizar una situación política, también se convierte en un vistazo al panorama de aquellos años en una sociedad que negaba la diversidad sexual al contrario de cómo se llevaban estos temas en el centro del país y visibiliza los problemas que se vienen arrastrando hasta el momento.

Es una historia que recicla las características de los relatos heteronormativos, mediante una prosa experimental y diversos momentos de escepticismo: Lupe no logra escribir Monterrey con M de Machorra, no se convierte en la leyenda del rap y mucho menos en Pérez Reverte, es una trama inconclusa que parodia los códigos de éxitos literarios, con finales concluidos; no es un ejercicio del realismo lésbico feminista, carece de construcciones conceptuales y el uso de teorías sofisticadas, pero se aleja de los relatos del pasado y la alta cultura para encontrar en Lupe una dosis de diversión realista.

La reinita pop, en esencia, no es una reflexión de profundos pensamientos, es solo la voz de Lupe haciendo lo que mejor sabe hacer, hablar de ella en referencias pop, desde la conquista de los derechos LGBT+ y, sobre todo, cambiar los estigmas que se tienen sobre la ciudad que ama la carnita asada.

Criseida Santos Guevara obtuvo la mención honorífica del Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras (Border of words) en 2008, por su título en inglés Rhyme & Reason; además, cuenta con otras novelas publicadas, como Monterrey 24, Las reinas somos gente normal y Te guardé una bala.

En la narración de La reinita pop no ha muerto, editada por el sello Literatura Random House, uno de sus temas es la evolución de los gentilicios: en la actualidad tenemos el Nuevo Nuevo León. “Hay mucha revisión de cómo nos autorreferenciamos, pero creo que está atravesada por una cuestión de clase y poder adquisitivo o aspiracionismo”, sostiene Santos Guevara (Monterrey, 1978).

“El regiomontano es un estereotipo de un ciudadano de principios del siglo XX y el regio, en todo caso, estaría más al borde de la globalización a la que quisiera pertenecer –como cuando entró Carlos Salinas de Gortari–, al primer mundo; los alcances de la ciudad nos hacían pensar que podíamos estar en esa capacidad.

“Las crisis económicas de México y del mundo nos han demostrado que ser ese regio solamente lo va a lograr la clase empresarial. El resto vamos a tener una especie de aspiración a serlo. Por ahí va la cuestión, de estar revisando cómo nos referimos a nosotros mismos”.

La novelista y poeta explica que esta narración apunta “a la frontera, no en el sentido de Estados Unidos-México y cruzar, sino a las otras: sexual, identidad, cultural e incluso a lo que sea arte mayor y arte menor, porque la personaje se apoya por completo en el pop y su mánager va al Show de Cristina y lo explica con el cuento Pierre Menard, autor del Quijote, de Jorge Luis Borges”.

Criseida Santos describe que incluye “revisiones de los registros y en el sentido de qué línea se cruza o qué frontera se está empujando. Ese es el ánimo y por eso no está tan bien dibujado quién es quién y cómo es qué, porque además la personaje Inés tiene menos idea de quién es y qué quiere. Guadalupe tendrá un poco más de idea o, más bien, está cuestionando más.

“Inés tiene una relación con una chica que está casada, pero no se sabe si hay un acuerdo con la pareja. Eso no es infidelidad, no es estar por fuera de las relaciones. Los personajes y la novela están en eso. La manera en que está escrita es esa ruptura de lo tradicional, que no creo que sea muy reciente. Todavía hay espacio para seguir haciendo obras que subrayen estas rupturas de las estructuras sociales, literarias, sexuales y políticas”.

La autora menciona que el “lector ideal de una novela como La reinita pop es uno que ya ha llegado a desconfiar de la veracidad de la literatura o de las posturas sociopolíticas, me refiero a la heterosexualidad o al sistema económico, que no están a profundidad, pero sí están dibujadas en la novela”.

Un libro como este le puede interesar a un lector que no sigue las reglas de la ficción. No es una autobiografía ni una novela que se clave mucho en llorar porque le va mal en la vida amorosa; al contrario, decide parodiar y reírse, analizar desde otro punto de vista este colapso de las estructuras. Va al hueco intergeneracional, o sea, los que no se quedaron tan convencidos del paradigma y los que apenas están viendo de qué se trata este cotorreo.

La novelista refiere que existe una gran tradición de escritores que han repasado la cuestión histórica de Monterrey desde los fundadores. “Yo abogaría –a lo mejor por eso sale así la novela– por no enaltecerla. Sí está contextualizada allí, pero es un ‘hay que revisar todo eso’. Tenemos una crisis de agua en la urbe, pero también en Bolivia, en Las Vegas…

“Monterrey tiene su mística, pero sus temáticas ya tienen eco en otras regiones, porque parten más de un esquema económico y político, no solamente en administración de los recursos naturales, sino también en el acceso a la justicia, a los derechos. Los grupos vulnerabilizados somos los mismos en todos lados: los indígenas, obreros, LGBT y mujeres. Son los grupos que están castigados globalmente”.

La novela La reinita pop no ha muerto será comentada el sábado 20 de agosto, a las 17:00 horas, en la librería El Sótano de Coyoacán (Ignacio Allende 38, colonia Del Carmen, Coyoacán).

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