La resiliencia de la gestión del agua
Una adecuada gestión pública del agua en México hubiera permitido al día de hoy una perspectiva sostenible, y estaríamos ocupándonos de fenómenos naturales que dejan de ser atípicos para ser normales, su magnitud y características no dejarán de sorprendernos, en su ocurrencia, intensidad, localización, entre otros.
A tantos problemas que ha enfrentado el sector agua durante décadas, se suma la necesidad de ser un país resiliente a dichos fenómenos, ya que de mucho de lo que ocurra a partir de ahora dependerá de nuestra capacidad de adaptarnos y aprovecharlos.
Las sequías encuentran un alivio con la llegada de tormentas, ciclones y huracanes; sin embargo, la infraestructura de nuestras ciudades y centros de población sufren inundaciones y otras afectaciones para las cuales no están preparadas, dejando efectos no deseables de los que tardamos mucho tiempo en recuperarnos, ya que las ciudades no fueron construidas contemplando estos riesgos, la planeación urbana ha sido ignorada (cuando es que existe), se permiten asentamientos humanos al lado de ríos y cauces, hemos permitido la deforestación de bosques que provocan deslizamientos y derrumbes de tierra, los manglares en las zonas costeras se destruyen, cuando son protectores naturales de alto oleaje. En cuanto a la infraestructura hidráulica urbana, los sistemas de drenaje pluvial y de alcantarillado colapsan, en otras ocasiones se tapan con arena y otros materiales, para evitarlo se requiere que cuenten con métodos para mantenerlos aislados; con la afectación a los sistemas de distribución de energía eléctrica los sistemas de bombeo dejan de funcionar, dejando a la población sin servicios, aunque no se hayan visto afectadas el resto de sus instalaciones.
No se cuenta con el modelo de gestión que atienda tanto la demanda, como la forma de garantizar la disponibilidad suficiente y su distribución equitativa, para ello, es necesario que la infraestructura esté en óptimas condiciones para un mejor aprovechamiento de la cantidad de agua disponible, es necesario que existan drenajes pluviales para aprovechar de mejor forma las escasas lluvias, así como la infraestructura de almacenamiento y de recarga de acuíferos, reconvertir a cultivos de bajo consumo de agua, en cuanto al tema de energía eléctrica se requiere contar con sistemas de emergencia, que no sea ésta la razón para dejar de abastecer a la población en situaciones de emergencia. Mención especial merece el evitar la contaminación de nuestros cuerpos de agua, por el efecto negativo que tiene sobre la disponibilidad.
De otra forma, las “emergencias” normalizadas anuales, seguirán siendo atendidas de forma reactiva, esperando siempre la llegada de algún evento que alivie el estrés hídrico, por todo lo comentado, era necesario avanzar en construir un modelo sostenible que hasta hace algunos años no enfrentaba además los efectos del cambio climático, ahora las necesidades y retos son mayores, si antes, bajo el modelo actual era más que complicado, ahora se vuelve mucho más aún, de ahí que no se pueda dejar pasar más tiempo sin hacer los cambios necesarios. Los efectos no son sólo pasajeros, pueden tener repercusiones importantes sobre la salud, educación o la economía, en resumen, en el bienestar de todos los seres vivos del país.
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