La vorágine de los cambios
Dossier político
Una vez que se han instalado las mesas de trabajo para la transición en el gobierno del Estado, arrancó la cuenta regresiva para el cambio de poderes. La maestra Delfina Gómez tomará protesta el próximo 15 de septiembre, es decir en 60 días, la agenda de la candidata electa estará cargada de retos y un sinnúmero de decisiones que marcarán el inicio del primer gobierno de alternancia en la gubernatura del Estado.
Los principales retos, para no extendernos demasiado en esta colaboración, pueden ser traducidos en preguntas o dilemas que a lo largo de las próximas semanas estaré compartiendo con ustedes, en esta ocasión me referiré únicamente a dos, la negociación del presupuesto y el arranque de los famosos 100 días de lo que se ha denominado la cuarta transformación en el Estado de México.
Nuestra entidad ronda cerca de 17 millones de habitantes y su presupuesto es de poco más de 350 mil millones de pesos, que dividido entre los mexiquenses nos toca de a 20 mil 998.60 pesos. En contraste, la ciudad de México con 9 millones 200 mil habitantes goza de un presupuesto per cápita de 26 mil 972 pesos y para tener más comparativos, Jalisco equivale a 19 mil, Veracruz a 18 mil y Puebla también a 18 mil, de estas cinco entidades había que considerar que, además de la condición de privilegio que tiene la Ciudad de México, la capital no paga ni educación ni salud, gastos que son absorbidos por el gobierno federal.
Ese injusto trato hace que sea muy difícil la relación política entre ambas entidades de un lado, el nuestro, hay crecientes demandas con cada vez más habitantes y recursos insuficientes y, del otro, la ciudad de México no sólo tiene más presupuesto, menos costos en términos de la gestión de una entidad relativamente pequeña, sino que adicionalmente cuenta con el privilegiado trato fiscal que le da a la federación y que los separa del resto del país.
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Ese tema no lo podrá resolver en lo inmediato la gobernadora electa, pero sin duda tendrá que ponerlo en la mesa de negociación en los próximos días, pues el presupuesto se integra a más tardar el 15 de agosto (antes de que ella tome protesta) y se aprueba por la cámara de diputados federal a más tardar el 15 de noviembre, por lo que cualquier diseño de políticas públicas o de cambios estructurales en el gobierno, que impulsó nuevos programas, deberá de partir de las consideraciones anteriores y que pueden, a su vez, traducirse en dos tiempos:
Primero. ¿Con qué recursos gestionará los primeros tres meses de su gobierno? y eso va a depender del presupuesto que deje sin ejercer Alfredo del Mazo Maza y como en todos los casos a nivel nacional eso ya está etiquetado, por lo que su margen de maniobra realmente es reducido. Los famosos 100 días de gobierno van a servir para hacer giras y legitimarse socialmente en todo el territorio del estado, pero no podrá resolver ni uno de los programas estructurales pues el ejercicio del presupuesto diseñado ya por este equipo de transición surtirá efectos hasta el 2024.
Segundo. ¿Con qué partido hará alianzas para negociar el presupuesto? El primer turno es con un gobierno federal afín a sus colores y seguramente contará con apoyo para blindar el arranque de su gobierno, pero luego la aduana pasa por el poder legislativo que tiene hasta noviembre para aprobarlo y luego ya debidamente etiquetado, aterriza en el plano local en donde Morena tendrá que negociar en el legislativo para poder hacer las modificaciones que le impriman el sello de la 4T al presupuesto 2024. La suma de diputados de Morena-Verde-PT no constituye por sí solo mayoría simple, por lo que tendrán que echar mano de los diputados de Movimiento Ciudadano y luego de una parte de las bancadas del PAN que juega como su enemigo declarado o del PRI, que tendrán en esta su oportunidad para establecer un nuevo modelo de negociación, toda vez que ha perdido el control del poder ejecutivo. La negociación y los buenos oficios serán indispensables en estos próximos meses.
En un arranque que tiene altísimas expectativas, el tema de la austeridad también es esperado y hacer cálculos eficaces respecto del nuevo tamaño de la administración pública o de la reducción de plazas, unidades administrativas o cualquier tipo de ajuste en el tamaño de la administración pública requiere una ingeniería institucional compleja. La gestión de estos cambios, como se aprecia, es la conjugación de elementos técnicos, administrativos y económicos, manejados con una enorme sensibilidad política que le den estabilidad al inicio de este gobierno. Lo veremos.