Libros de texto y polarización afectiva

Dossier político

Mariano Torcal, ha escrito el libro “De votantes a hooligans” (los libros de la catarata 2023), en el que hace un estudio particularmente atractivo, por lo que hace a la polarización política en España y que perfectamente puede ser replicable en otras partes del mundo; el argumento descansa en la idea de que la polarización afectiva es entendida como las valoraciones individuales que generan una mega identidad con un partido o con un gobierno, provocando que los electores fijen posiciones en función de esa identidad. 

Existen al menos dos ejes que explican dicha polarización; por un lado se encuentra la función de las élites y las pistas partidistas como ejes causales de dicha polarización, por tanto, “según este grupo de expertos, los efectos de la percepción de la polarización de las élites sobre la polarización efectiva de la ciudadanía no solo son robustos y consistentes, sino que, además, los encontramos en mayor medida entre los encuestados con mayores niveles de interés y extremismo ideológico”. En otras palabras, a lo que nos enfrentamos es a una posición de las élites partidistas frente a determinados temas de la agenda política que se enmarcan en un enfrentamiento ideológico.

El tema cobra la mayor relevancia cuando se observa que en la actualidad se discute a tientas y a ciegas para apoyar la circulación de los libros de texto gratuito que han sido denunciados por evidentes yerros que el gobierno no está dispuesto a corregir y mucho menos aceptar y del otro extremo, también surgen posiciones exageradas que califican dichos libros en un esfuerzo por convertir a nuestro sistema educativo en comunista. Vaya sumisión de los primeros que lejos de abrir el diálogo y tratar de corregir lo que sea corregible, llegan al extremo de apoyar ciegamente la posición del gobierno justamente a partir de la identidad ideológica que tienen con el partido en el poder. 

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Se trata de una élite, no hay duda, cuando lo que se observa desde hace unos días publicaron los gobernadores afines a Morena donde acusan a su principal rival ideológico (PAN) es el verdadero causante de esta polarización ideológica. Los panistas, por su parte, cometen cualquier tipo de expresiones inapropiadas para plantear el problema y amenazan con términos y figuraciones que nada tienen que ver con el tema de debate. Se trata de que cada uno lleve agua a su molino. No se busca construir un acuerdo para evitar que esto se convierta en una nueva escaramuza entre el partido en el poder y sus opositores, infortunadamente quienes menos responsabilidad tienen en este problema son los que usarán dichos libros sin que existan visos de arreglo alguno, en estos casos como en todos los previos se va a imponer el uso de la mayoría y no habrá juez ni poder alguno que detenga la voluntad presidencial que ignora los hierros documentados y abusa de sus bases de apoyo para estigmatizar a quien se opone a ellos.

Que los libros de texto tengan un signo ideológico, no es un tema nuevo en nuestro país, durante las décadas del predominio priista, se impulsó el discurso del nacionalismo revolucionario sin discusiones, se prohijó un modelo de subordinación ciudadana al poder y así es posible todavía hoy encontrar expresiones de algunos dirigentes partidarios del antiguo régimen que sostienen que los logros más importantes se deben a su período de gobierno y que sin ellos no tendríamos ni universidades, seguro social e instituciones democráticas como el INE, en otras palabras, sin ellos el caos. 

Esta polarización afectiva, es lo que en su momento los socialistas de principio del S. XX denominaron: “La aceleración de las contradicciones”. El agonismo al que apela Chantal Mouffe, quien sostiene que lo que estamos viviendo es una lucha por establecer una nueva hegemonía, ni más ni menos, en esta disputa juegan valoraciones de carácter afectivo/emociones junto con razonamientos profundos de carácter pragmático que el elector común realiza cada que evalúa el desempeño del gobierno y las propias racionalizaciones de orden sistémico que los opinadores y expertos también incorporan al debate público. Infortunadamente, de acuerdo con el texto en comento, son las élites partidarias las que hoy aceleran este conflicto con el único propósito de llevar votos a las urnas por lo que hoy es la discusión de los libros de texto como antes fue el tema del COVID-19, la reforma eléctrica, la militarización de la policía, las reformas al INE o de la disputa con el poder judicial por  las iniciativas paradas por la oposición. Ya no falta mucho, el próximo año los electores daremos mediante el voto, nuestro apoyo a una u otra alternativa y acostumbrémonos a una polarización afectiva que durará hasta entonces surja una nueva hegemonía ideológica en el poder.