Los costos electorales y la austeridad malentendida

Observatorio electoral

El pasado 6 de septiembre se publicó, en este diario, una entrevista a la consejera presidenta del IEEM, Amalia Pulido. En ella adelanta que ese órgano proyecta ejercer un presupuesto de más de tres mil millones de pesos, en los comicios de 2024, cuando se elegirán diputaciones locales y ayuntamientos del Estado de México. También anunció que se mantendrán las políticas de austeridad del órgano electoral, aunque no planteó cuáles. Por esta razón, vale la pena reflexionar sobre esta proyección presupuestal desde una perspectiva más amplia.

Desde su nacimiento, el IEEM ha contado con un presupuesto muy alto. Los gobiernos priistas lo dotaron siempre de grandes recursos, porque lo concibieron como un instrumento para controlar a consejeros y representantes partidistas. Los integrantes del primer Consejo General contaban hasta con servicios de acompañamiento personal, pagado con recursos públicos; a los del segundo Consejo se les pagó incluso viajes de observación electoral al extranjero, con servicio de edecanes. En los dos casos se repartieron muchos bonos. Por ejemplo, en la jornada electoral de 2003 se dividieron 34 millones de pesos entre consejeros, directivos y representantes partidistas.

La mayoría de los integrantes del tercer Consejo se esforzó por acabar con estos excesos. Algunos de ellos estaban conscientes de que si caían en la trampa del derroche serían manipulados. Pero no solo eso, después del escándalo de corrupción de “Cartonera Plástica” (2005) aplicaron medidas de austeridad reales. De ese Consejo surgió la propuesta de reciclar los materiales electorales, que antes de eso se iban a la basura, una medida que los integrantes del actual Consejo presumen tanto, como si fuera de su autoría.

Las políticas de ahorro también permitieron comprar en 25 millones el antiguo salón “El Roble”, donde ahora funciona el Centro de Formación, que es orgullo del IEEM, pero que en su momento el representante del PRD, Rubén Islas, criticó mucho. Decía que era para hacer una “escuelita” donde un frustrado académico, impulsor del proyecto, ejercería la docencia. Además de esa compra, el gasto se cuidó al máximo por ese Consejo, a tal grado que después de los comicios de 2005 y 2006 el IEEM devolvió al erario público más de 265 millones de pesos de esos años, los cuales propuso destinar a educación y salud.

Esa experiencia no marcó a los siguientes integrantes del Consejo General. El efímero grupo de 2009-2010 regresó al derroche, lo mismo que el de 2009-2014, lleno de personajes conocidos por sus prácticas depredadoras del presupuesto en la UAEM y en el mismo IEEM. Aunque el INE nombró a los integrantes del Consejo en 2014, 2017, 2020 y 2023, no se hicieron mayores esfuerzos de ahorro, salvo algunas iniciativas aisladas en el primer año, que no prosperaron porque la mayoría de sus integrantes las rechazó.

Aunque el presupuesto todavía no se aprueba y no se conocen detalles, hay que discutir el costo de las elecciones. Al igual que el del INE, el presupuesto del IEEM debe someterse a una revisión cuidadosa, comenzando por los ingresos de los actuales integrantes del Consejo General, que a finales del año pasado renovaron sus camionetas, con tres o cuatro años de uso, como parte de esa “austeridad” de la que habla la consejera presidenta ¿También se mantendrán bonos, gastos de representación, combustibles, viajes, y otros más, de consejerías y representaciones en el presupuesto de 2024? Es pregunta.