Mil formas de morir en Edomex
Ana Liza en línea
Ahogados, arrastrados, aplastados, muertos de sed, enfermos de Covid o incendiados, son algunas de las formas que la naturaleza utiliza para deshacerse de los humanos.
Pero éstos también le echan hartas ganas para contribuir con el final anunciado, pero que no es divino ni infernal, es por la degradación de la tierra y de la humanidad, con asesinatos, drogas, violencia, accidentes carreteros, etc.
A eso hay que sumarle la sobrepoblación, la sobreexplotación de todos los recursos naturales que la misma tierra nos dio; la contaminación, el cambio de uso del suelo en los peores sitios; la invasión de los cuerpos de agua, de las zonas rocosas, de los bosques. Todo con la complicidad gubernamental.
Y vean si no se quiere deshacer de nosotros. En el Estados de México, todas las presas y ríos están al máximo de su capacidad, tenemos presas llenas hasta 122 por ciento. Pero no las que abastecen al sistema Cutzamala que es el que distribuye el agua potable para muchos mexiquenses y habitantes de la Ciudad de México. Esas tres presas, apenas rebasan el 40 por ciento de llenado.
Y mientras en el Valle de México las calles se convierten en ríos que arrastran todo a su paso y que cobran vidas y sepultan a la ya de por sí terrible economía de las familias; carecen de agua potable, porque está siendo racionalizada para evitar que nos quedemos sin agua definitivamente.
¡Qué ironía! Batallando por el exceso de agua pluvial contaminada con la de los canales de drenaje que llevan los residuos sanitarios de millones de personas, mientras en las llaves no sale agua. Ahogados, pero muertos de sed.
Y estas terribles inundaciones se sumaron a la situación sanitaria que nos mantiene en jaque desde hace ya más de año y medio y la cual ha multiplicado el número de pobres al sepultar miles de negocios y multiplicar el desempleo.
Pandemia, más inundaciones, menos agua potable, una pesadilla. Ahora súmele un sismo de 7.1 grados que llena de terror a la ya desgastada física, económica y emocionalmente, sociedad.
¡Pero seguimos vivos! Y hay que salir adelante. Entonces súmele derrumbes y deslaves de cerros. El Cerro del Chiquihuite, en Tlanepantla, dejó deslizar unas piedras con saldo de un muerto, un lesionado y hasta el momento, una madre y sus dos pequeños de 3 y 5 años, amén de mascotas y animalitos que siguen entre los escombros. Y aún sigue latente la posibilidad de más desprendimientos.
También la semana pasada hubo un deslave en Villa Guerrero que sepultó a una familia; papá, mamá y sus dos pequeños hijos. Y otro en la carretera Temascalcingo-El Oro, que cobró la vida de una mujer. Y tal vez muchos otros que no fueron del dominio público.
Y las lluvias siguen y seguirán. Dependencias meteorológicas así lo prevén y aseguran que ha caído seis veces más agua de la que se proyectaba y que ya consideraba al 2021 como uno de los años con mayores precipitaciones.
Pero septiembre no ha terminado y existe la posibilidad de más sismos. Las lluvias no terminarán con el mes, esas seguirán todo octubre…por lo menos. Otro detallito, el Popocatépetl registra explosiones más fuertes y constantes; se mantiene la alerta. Y no se relaje, el Covid sigue activo.
Bondad vs maldad
Como diría un sacerdote durante su sermón; las desgracias sacan lo mejor y lo peor de las personas. Mientras unos se desbocan en prestar ayuda y donar lo que pueden para los más afectados, otros se lamen los bigotes para saquear lo poco que les queda a las familias que, dentro de su ya difícil situación, también se resisten a abandonar a sus animalitos de compañía.
Y dentro de todo este panorama de pesadilla, México sin un Fondo para Desastres, niños con cáncer y enfermos sin seguridad social sin medicamentos, hospitales sin espacios… ¡Fuerza México!