Bajo el cielo despejado y el sol que calentaba con cierta intensidad, desde la mañana de este Viernes Santo, los fieles comenzaron a congregarse frente a la Parroquia del Señor de Metepec Hidalgo, donde los preparativos finales daban el toque sagrado a una jornada que previó la llegada de más de 20 mil asistentes, según las organización.
Mujeres con rebozos, hombres con sombreros y niños cargando pequeñas cruces de palma esperaban en silencio. El Viacrucis, esa representación viva del camino de Cristo hacia el Calvario, estaba por comenzar.
Un toque de corneta anunció el inicio. Los soldados romanos, con sus armaduras brillantes y rostros severos, abrieron paso. Detrás de ellos, Alex Yoan Tenorio Cruz, el actor que encarnó a Jesús, apareció cargando una cruz de madera maciza. Su rostro, cubierto de sudor y polvo, reflejaba el peso no solo de la madera, sino de la solemnidad del momento. La multitud, en un acto espontáneo, bajó la voz.
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Su rostro, reflejaba la solemnidad del momento
La primera estación, en la que Jesús es condenado a muerte, se representó frente al atrio de la parroquia. Los gritos de “¡Crucifícalo!” resonaron, pero esta vez no vinieron de una turba enojada, sino de actores que, con sus voces, transportaron a los presentes a Jerusalén hace dos mil años. Las siguientes estaciones se sucedieron con una cadencia casi poética: Jesús cargando la cruz, encontrándose con su madre, cayendo por primera vez bajo el peso de la madera… Cada escena era acompañada por murmullos de oración y, en ocasiones, sollozos contenidos.
El recorrido abarcó las calles principales de la cabecera municipal del Pueblo Mágico entre susurros, cámaras de celular y rostros que reflejaban angustia y dolor de los más fieles, la mayoría adultos mayores.
El momento más impactante llegó con el ascenso al Cerro de los Magueyes. Bajo un sol que ahora picaba con fuerza, Jesús cayó por segunda y tercera vez, cada vez más débil. Los espectadores, muchos con los pies cansados pero el espíritu inquebrantable, siguieron el cortejo en un silencio solo roto por el sonido de los pasos y alguna que otra plegaria.
Como mamá puede comprender el dolor que se puede sentir
Al llegar a la cima, la escena final se desarrolló con una intensidad palpable hasta la pronunciación de las palabras “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, frase que también representó el epílogo del viacrucis.
“Ya llevo varios años viniendo con mi familia, y cada vez es más fuerte. Hoy, cuando Jesús miró a su madre, yo también sentí feo, porque soy creyente pero pues también soy madre y pienso que una como mamá puede comprender el dolor que se puede sentir estando uno en esa posición”, mencionó la señora Lupe Guadarrama, quien compartió que en esta fecha deja de lado la venta de tamales para sumarse a las expectación.
Algunos otros aprovechan la representación para promover la fe entre las nuevas generaciones. Tal es el caso de Marco González, quien asistió con su esposa e hijos.
“Traje a mis hijos para que vean la representación pero más como un acto de fe. Mi niño de ocho años me preguntó por qué Jesús perdonó a quienes lo lastimaron y pues una trata de explicarles para que se lleven una lección.
A mi también me traían mis padres, ellos me heredaron la fe en Dios y pues yo también es algo que le quiero heredar a mis hijos”, mencionó.
Es un espejo que refleja la identidad de un pueblo
El Viacrucis de Metepec no es solo una representación religiosa. Es un espejo que refleja la identidad de un pueblo, la fe de sus habitantes y la capacidad de una comunidad para mantener viva una tradición, que en este caso, sigue tocando corazones tras 90 años.






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