Mujer
Con singular alegría
Durante muchos años de vida, me he dado a la tarea de investigar la problemática de la mujer mexicana. El inicio de todo, fue haber quedado embarazada y sin ningún sustento. Ni trabajo, ni casa, ni carrera, ni nada: solo un recuerdo de un casamiento un poco antes, pero por poco tiempo. Después sola. Universitaria al fin, tenía dos cosas: mi primer año de facultad, y un bebé, además de una consigna: tenía que poder, a como diera lugar.
Así empecé a preguntarme: si así he vivido, y si me ha costado tanto esfuerzo el salir adelante, ¿cómo les irá a todas esas mujeres que viven en la pobreza extrema y que tienen que darles de comer a cinco niños y no tienen ni trabajo, ni educación, ni salud, ni nadie quien las ayude? ¿A las mujeres campesinas, como mi nana Teté? O como Delfina. O como Albina. ¿O mis amigas como Rigoberta? ¿O a las que ya habían alcanzado la ciudad como todas las de la colonia La Aurora, o las de las Chamapas, en ciudad Netzahualcóyotl?
Así las cosas, se convirtió en un problema de vida, que tenía que solucionar. Me propuse pues, hacer mi carrera y la tesis de grado, acerca de las jóvenes madres solteras, de una zona suburbana que en aquél entonces apenas nacía: Ciudad Netzahualcóyotl. Allí aprendí lo que era una investigación-acción, y con base en entrevistas personalizadas, en historias de vida, indagué quiénes eran estas mujeres, de dónde venían y qué era lo que tenía yo que hacer para tratar de que ellas mismas se proporcionaran un sustento mejor para su vida. Propuse entonces hacer un área de comunicación para la salud.
Después, apoyada por todas las áreas del CREA, pude elaborar el Programa de la Mujer Joven, con el sustento que nos dio, primero, el Centro de Estudios de la Juventud de la misma institución, desde donde empecé a hacer algunas de las investigaciones que me llevaron a hacer el mismo; esto fue a nivel nacional, allá por 1980.
Luego dentro de la Secretaría de Salud, a mediados de los mismos ochentas, me di a la tarea de elaborar un protocolo de investigación, con base en información dada por la ONU, primero en su oficina central en Nueva York, y luego en el Palacio de las Naciones, con su oficina en Ginebra, Suiza. También apoyó la OPS con su oficina delegacional en Copenhaguen, Dinamarca. Esta misma, hizo una apertura para que México conociera los últimos sistemas de planificación familiar que se tenían en un país europeo y de primer mundo: Francia. Hice un stage en todos los problemas de maternidad, planificación familiar y anticoncepción.
Luego llegó la oportunidad de ir a Japón. La Agencia de Cooperación Internacional Japonesa, como única de sus becarias, me llevó con diez mujeres de todo el orbe, a que viéramos, estudiáramos y tratáramos de implementar en nuestro país lo que ellos hacían con respecto a la planificación familiar.
Por último, se pudo actuar.
En el Gobierno del Estado de México, se trabajó en dos vertientes: en la Coordinación General de Planificación Familiar, la primera en su tipo en la República Mexicana; y dentro del Consejo Estatal de Población que era el que entonces emitía la normatividad acerca de este tema, a todas las entidades federativas, estatales y municipales.
Por eso este trabajo ayer, hoy y mañana. Y es preciso dejarlo claro: esto no es un protocolo de investigación ni mucho menos un programa avanzado de estudios de las mujeres de nuestro estado. Es una aproximación de lo que a nuestro parecer deberían de hacer tres instancias: la social, la administración pública y por supuesto, las instituciones de educación superior, quienes son las que más conocimiento tienen de todos estos problemas y quienes los han estudiado una y mil veces.
Nuestro propósito es interesar a quienes toman las decisiones para que esto se haga, porque al final de cuentas, quienes van a ser beneficiadas siempre, son las mujeres. Y con eso, es más que suficiente.
gildamh@hotmail.com