Nueva administración pública
“No hay ninguna razón por la que no se pueda enseñar a un hombre a pensar», Skinner.
De verdad, como a usted, a mi también me da dolor de todo tipo, ver los muchos noticieros que pasan en toditos los medios. No hay una sola de las noticias buena: todo lo que yo le pueda contar, es poco para lo que se vive a diario: casas sumergidas en las aguas negras de Chalco, cuando siempre se supo que allí había lagunas y que el agua regresaría a su lugar; reformas judiciales en todo el país, con su respectiva huelga nacional mañana; asesinatos sin ton ni son; renuncias por no saber quién se robó un avión con todo y los “capos di capi” y se los llevó a EUA; trata de blancas, negras, chinas: niños, adolescentes o quien quiera entrarle; el limón y el dólar al tope y sin poder detenerlo; los ex maridos dolidos, amenazando a sus mujeres de secuestro, muerte o echarles ácido en la cara; robos, violaciones, madres masacrando a sus criaturas, hasta matarlas… Total: amoralidad total. Esto es lo que yo veo a diario. Y la verdad, me duele mucho.
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Lo que necesitamos en este país son hombres y mujeres entregados a su nación. El resurgimiento, despegue, consenso y guía, de miles de seres que son administradores públicos y que necesitan el respaldo de un lugar en dónde aprender: tanto políticas públicas, como administración pública y todo lo que lleva al ser humano a la honradez, ética, conocimiento y valores: en síntesis, el amor a su nación, de ese que siempre llevaré en la mente y la conciencia que nos decía quedito y fuerte uno de los grandes maestros del Instituto Nacional de Administración Pública: Pedro Zorrilla Martínez. O de Ignacio Pichardo, o de José Chanes Nieto, o de Adolfo Lugo. O de Gabino Fraga.
Para engrandecer, o no dejar morir a nuestro país, estudiemos con cuidado a Tom Chistensen y Per Laegreid, quienes realizaron una investigación de campo en tres países, donde se ha aplicado el paradigma de la nueva administración pública, y quienes no se quedan con el enunciado teórico o abstracto. Ellos plantean en su análisis, un problema: ¿Qué se pretende con la nueva administración pública?, si mejorar la gobernanza –el modo y la acción de gobernar- o hacer más autónoma la administración, subordinando a los políticos y a los valores políticos.
Importante reflexión que nos lleva a descubrir parte de los propósitos del movimiento de la nueva administración pública, vinculados con que, si la globalidad es un movimiento universal o mundial, ¿por qué la nueva administración pública no ha logrado constituirse en un modelo también universal o mundial? Existen factores que invocan para hablar de la nueva administración pública: el impacto de la globalidad o de la revisión de los aparatos de gobierno. O si se puede hablar o no de un paradigma. Si es un paradigma, ya tiene aceptación general o universal. Se han aceptado políticas, programas, pero no podemos valorarlo metodológicamente como un paradigma. En esta propuesta de la administración pública predomina más el valor de lo económico y de lo financiero y no tanto los valores administrativos. Menos destaca el valor de lo político y de lo social.
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La administración pública por definición es una institución social y política: pero a partir de la administración reformada y mejorada, se puede adoptar un mejor cuidado de los recursos monetarios. La administración estaría más enfocada al valor de los costos y al valor de la moneda. Deja de lado su esencia clave que es lo político y lo social. El modelo tiene este punto débil. No logran superarlo ni ubicarlo en otra lógica donde soportara una respuesta mucho más confiable. Descubren un gran conflicto en el mundo de los valores: privilegian la ciencia económica sobre los valores de la democracia. Su planteamiento es parecido al del negociador: son las demandas y planteamientos de orden democrático: si parte de los problemas de la administración pública son la burocracia, hay que reformar ésta. Existe pues un sesgo deliberado que reivindica lo económico como esos grandes valores que son momentáneos.
Usted, ¿está de acuerdo? Servirá de algo todo esto, o nada más enreda a los gobernantes, que fueron escogidos, por los millones de votantes, y que no tienen ni la menor idea de lo que es gobernar, y proponer políticas públicas acordes –deje usted que sean inteligentes y sustentables— a los mexicanos que están viviendo situaciones no graves, sino gravísimas, de pobreza extrema, con la única aspiración y esperanza, de comer “solo por hoy”, mientras se inundan de odio y resentimiento. Qué vergüenza…
gildamh@hotmail.com
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