Optimismo infundado en la contienda

Observatorio Electoral

Las precampañas electorales de Alejandra del Moral y Delfina Gómez han llegado a su fin. Las dos han terminado en condiciones similares: en el mismo lugar, con concurridos eventos en Texcoco y en medio de un triunfalismo infundado, ya que ambas prevén como segura su victoria en la presente contienda electoral.

Como si se tratara de una campaña militar, la precandidata del PRI dijo que habían tomado Texcoco, lugar de nacimiento de la precandidata de Morena y cuna del grupo político del mismo nombre. Además, agregó que habían ganado la precampaña y ganarían la elección. Por su parte, la precandidata morenista también se asumió como ganadora de esta etapa, gracias al corazón de la ciudadanía. Este optimismo fue matizado por su coordinador de campaña, Horacio Duarte, quien advirtió que no debían confiarse.

En realidad, las declaraciones de ambas precandidatas tienen un carácter casi motivacional. El objetivo es que sus bases se sientan estimuladas, para reforzar su voto duro. Lo cierto es que la jornada electoral está muy lejana. Todavía pueden ocurrir muchos eventos que podrían modificar las preferencias políticas y los resultados electorales del próximo 4 de junio en la entidad.

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Aunque Delfina Gómez aparece como la favorita en la mayoría de las encuestas electorales, esto no debe tomarse como un hecho consumado. Existen evidencias recientes de que quienes las han encabezado, a veces se han derrumbado estrepitosamente. El mejor ejemplo es cuando Enrique Peña se impuso a Rubén Mendoza en 2005, a pesar de que el segundo superaba con mucho al priista cuando empezó el proceso electoral. El otro caso ocurrió en 2017. Al inicio del proceso electoral las encuestas ubicaban a Josefina Vázquez Mora por encima de Alfredo del Mazo. Al final ella terminó en cuarto lugar.

Esto no ocurrió porque aumentaron mágicamente las preferencias de los candidatos del PRI, sino porque el gobierno estatal ha sido un contendiente más en los procesos electorales. En estos casos y en otros se ha encargado de hacer una guerra mediática y legal en contra de los candidatos opositores. A Rubén Mendoza le revivieron un expediente de un crimen no esclarecido y otro por pederastia; a la familia de Josefina Vázquez Mora la PGR la acusó de lavado de dinero. En ambos casos sus campañas se derrumbaron.

Es muy probable que esos métodos vuelvan a ser utilizados por el gobierno estatal para imponer a la candidata del PRI. Ya otras veces algunos candidatos opositores han “jubilado” anticipadamente al grupo Atlacomulco, hegemónico en la entidad, sin que lo hayan logrado. Los gobernantes y candidatos priistas tienen numerosos recursos y podría mantenerse en el poder una vez más.

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El gobierno estatal dispone de muchos programas sociales, especialmente del “Salario Rosa”, para mantener su clientela electoral. Controla al IEEM y al TEEM para organizar elecciones a modo y calificar los resultados igual. También mantiene una importante influencia en el TEPJF, para lograr sus fines. Además, dispone de un numeroso ejército de “mapaches” electorales, capaces de alterar un resultado cerrado como el de 2017.

Por si esto fuera insuficiente, el PRI ahora competirá aliado con sus antiguos adversarios (PAN y PRD) además de Nueva Alianza, el partido magisterial que ha formado muchos alquimistas electorales. Todavía nada está definido. Las precandidatas tienen que aprender más de la sabiduría popular, especialmente la de Morena: “no hay que cantar victoria antes de tiempo”.