Perspectivas de la gestión del agua en la ZMVM

El problema de la crisis del agua es una mezcla de factores naturales y humanos. Vivimos en una época en las que las acciones de la humanidad están afectando la capacidad de regeneración y equilibrio ecológico del planeta, a este periodo el economista japonés Kohei Saito le llama “Antropoceno”. En la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), a una situación de estrés hídrico (cuando la demanda supera a la oferta), se suma una disminución de disponibilidad por una cantidad de lluvia menor a la esperada (debido al cambio climático), y, por tanto, de recarga. Cuando este fenómeno se presenta por varios años, la cantidad de agua almacenada en los diferentes sistemas y acuíferos alcanzan niveles menores a los promedios anuales. 

Veamos algunos datos para para poner en contexto la situación, de 1521 al 2020, el centro de población en kilómetros cuadrados se multiplicó por 53, mientras que la población lo hizo por 79 veces, la teoría dice por cada hectárea que se urbaniza, la recarga de los acuíferos disminuye 2.5 millones de litros por año. La ZMVM contaba en 2020 con una cantidad disponible sostenible (este concepto señala la cantidad de agua que puede ser utilizada, descontando la cantidad de agua suficiente para recarga natural de agua) de 61.27 m3/s, la oferta total con los diferentes sistemas de abastecimiento es de 62 m3/s, pero la demanda es de 86.36 m3/s, es decir, tenemos un déficit de 40.95% (25.09 m3/s). Desgraciadamente se estima que la Ciudad de México pierde en su distribución entre el 40 y el 50% del agua que tiene disponible, entre 25 y 31 m3/s, esto es debido a fugas de la tubería y tomas clandestinas, principalmente, por lo que la cantidad disponible es todavía menor.

A lo anterior se suma el hecho de que la cantidad de agua disponible ha disminuido en las últimas décadas, mientras que la cantidad de agua demandada no deja de crecer, es decir, se espera que la situación se agrave cada vez más en el futuro inmediato. De mantenerse el ritmo actual, para el 2050, el déficit alcanzaría 155.28% por encima del nivel recomendado, es decir, nos faltarían 72.39 m3/s para cubrir la demanda. 

Se han planteado diferentes soluciones, todas ellas dirigidas a ampliar la cantidad de agua que abastecen la ciudad, una de ellas es la captación de agua de lluvia; sin embargo, hagamos un cálculo sencillo, asumiendo en un escenario idílico que se pudiera captar el 100% del agua que cae sobre la zona urbana, hablaríamos de 714 km2, en esta área y de acuerdo a algunos autores, la cantidad máxima que se podría recolectar serían 14 m3/s anuales (tomando en cuenta una precipitación promedio de 900 mm al año), con lo que se estaría atendiendo el 56% del déficit del año 2020, pero aún nos faltarían 11 m3/s.

Otra solución planteada es la utilización de agua residual tratada, algo que supondría un porcentaje cercano al 70% del agua que se distribuye en la ciudad, bajo las condiciones del 2020 representarían un volumen cercano a los 50 m3/s, suficientes para cubrir la demanda por algunas décadas, pero insuficientes con las proyecciones a partir del 2050.

El hecho es, que los cálculos realizados son menos alentadores a los que calculábamos en 2020, ante este panorama debemos pensar en un nuevo modelo de gestión del agua, donde la prioridad no sea buscar de forma infinita incrementar la cantidad de agua con la que se abastece la ZMVM, sino uno donde se privilegie la demanda, y para ello, lo más importante es replantear la forma en que producimos y consumimos, que el modelo que sigamos sea sostenible, entendiendo por esto una forma de relación social y económica con el ambiente, donde el bienestar que se produce en el presente, no disminuya con el tiempo, y para ello, la utilización de los recursos naturales deberá mantener un adecuado nivel de stock y flujo de recursos renovables, bajo el principio de equidad y tomando en cuenta el contexto geográfico, temporal, político, cultural y social de México.