PVEM; el nuevo viejo PRI 

Después de las elecciones de junio pasado, los anuncios del éxodo de priistas comenzaron a circular, sobre todo, porque la ruta de escape ha sido un viejo aliado; el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Anuncios van y vienen, pero ninguno ha sido tan importante y al mismo tiempo, tan escasamente analizado como el del equipo alrededor del exgobernador Eruviel Ávila, del que ya me he referido en una colaboración anterior (“Elogio a la traición”).

Como lo señale en aquella ocasión, la traición política solo tiene justificación cuando se trata de la renuncia a los ideales y principios que distinguieron a un actor político, cuando se trata “de un bien superior” que suele estar relacionado con temas de gobernabilidad o fines del Estado, por eso, aquellos grandes traidores, son a su vez calificados de “estadistas”. No es el caso que nos ocupa, por lo que debemos incorporar otras categorías de análisis: transfuguismo y pragmatismo. 

Para el célebre diccionario de ciencia política de Rodrigo Borja, el transfuguismo suele calificarse cómo:

La abjuración de una creencia política y la adopción de otra o, especialmente, el abandono por un afiliado de un partido político y el ingreso a otro. El transfuguismo forma parte del descenso de los niveles éticos y estéticos de la política… se lo hace sin aflicción, sin remordimiento, sin reproches de conciencia. Es parte del oportunismo político que campea con desfachatez en la vida pública”.

Ahora bien, dicha categoría suele usarse para aquellos representantes de partido particularmente los parlamentarios que fueron elegidos por un partido y luego votan por uno contrario. En el caso brasileño el tema se documentó hacia finales de los 90 con un artículo denominado “El baile de los escaños”, en el que relataba como diversos miembros del parlamento cambiaban de una bancada a otra dependiendo del tipo de votación que se tratase, con más de 100 partidos entre locales y nacionales, combinados con gobiernos por coalición, el fenómeno tiene hasta cierta lógica.

En otras latitudes el concepto se utiliza cuando los dirigentes o líderes políticos se cambian de un partido a otro según su conveniencia y en el caso mexicano, sobran esos ejemplos. Eruviel Ávila y el grupo de amigos que lo acompañan, forman parte de esta acepción; son tránsfugas políticos. 

Existe otra categoría que proviene del sistema político inglés y que deriva del vocablo “pragmatism” (Pragmatismo), que designa según el propio diccionario ya citado; “al sistema filosófico angloamericano que propone, como único criterio válido para juzgar la verdad de las doctrinas científicas, políticas morales o religiosas, el de los resultados que ellas producen en la práctica”.

Nada es bueno o malo, verdadero o falso, independientemente de sus resultados, alega esta posición, que proviene del instrumentalismo originado en la filosofía política.

Se atribuye a Maquiavelo aquella expresión, “razón de estado” y a partir de la misma, medir la eficacia política. Dicho de otra forma, insiste el autor; “político pragmático es el que atiende principalmente a los resultados de sus actos, con despreocupación de lo que dice su ideología. Para él lo primordial son los resultados”. La política se juzga por ellos. 

A partir de estas categorías de análisis, podremos entonces preguntarnos si el tan ansiado arribo de Eruviel Ávila al PVEM (quien fue presidente municipal 2 veces de Ecatepec, diputado local otras 2, gobernador del estado y actualmente senador del mismo todas por el PRI), es resultado de un cálculo racional para generar gobernabilidad para el equipo de la gobernadora Delfina Gómez o si se trata de un cálculo electoral de la dirigencia del PVEM para dotar a dicha agrupación de una mayor votación el próximo año. También vale preguntar si el propósito de dicho grupo es alcanzar espacios de representación por la puerta trasera de morena.  

Sea cual fuese la respuesta, serán los resultados los que terminen de evidenciar si el transfuguismo del exgobernador Eruviel Ávila, del expresidente del CD del PRI, Raúl Domínguez Rex y del ex líder de la fracción parlamentaria del PRI en el congreso local,  Cruz Juvenal Roa , sólo por mencionar los casos más emblemáticos lograrán espacios de representación bajo las siglas del PVEM o sólo se suman a dicha agrupación para aumentar la votación de este y desde ahí iniciar un tránsito acompañado de resultados electorales hacia eventuales espacios en el actual gobierno.

Como esto no lo sabremos sino hasta después de junio del próximo año, lo que sí podemos decir categóricamente el que se trata de un grupo tránsfuga que ha sido recibido por un partido pragmático que apuesta a que la incorporación de estos actores le dará créditos en lo inmediato.

No hay evidencias que así lo sostengan y, de hecho, de no haber sido por la transferencia artificial de votos que morena le otorgó al Verde, con motivo del convenio de candidatura común que llevó a la maestra Delfina Gómez al poder, dicha fórmula que viene usando desde el 2021, no tendría evidencia empírica de haber sido eficaz, como exhiben los datos electorales. 

Mención aparte y no menos relevante, es el significado que traduce este movimiento para los electores que votaron por un cambio de régimen y que ahora con sorpresa se enteran mediante ese transfuguismo, que el viejo PRI renace en un nuevo PVEM.

Lo más sensato para la clase política en el poder, sería que este ejercicio se acote al partido verde, pues sería desastroso para los fines de la cuarta transformación que ese viejo PRI también ocupe espacios públicos en morena. 

DB