Queremos empoderar a las niñas vallesanas

Michelle Núñez

Estar al frente de una administración es un reto para cualquier persona que tiene aspiraciones honestas; sin embargo, como mujer, esta experiencia también ha adquirido para mí un matiz profundamente simbólico, ya que en la era del conocimiento y la libre decisión siguen aún imperando los prejuicios asociados al género. 

El gran valor ético que ha guiado mi proceder público es el mismo que rige mis principios personales como madre, esposa e hija: la justicia. Por ello, mi gobierno pone énfasis en lograr que triunfe la equidad de género, el bienestar de las familias vallesanas y la educación como motor del progreso social.  

El México en el que crecí ya no es el mismo en el que hoy vivo, emprendo y trabajo: nuestro país ha sufrido grandes transformaciones en recientes años; ello me ha llevado a crear en mí misma la sólida convicción de que en mis hombros recae la enorme responsabilidad de buscar lo mejor para quienes también son madres, esposas e hijas. Y es esa misma convicción la que me asegura, cada mañana al despertar hacia un nuevo día de arduo trabajo, cuán certera es la directriz que guía mis pasos; la historia de mi pueblo, estoy segura, me juzgará como lo que en esencia he sido par a mí misma: una mujer transformadora.  

Las llagas que ha dejado el estigma de que las mujeres no somos dignas de gobernar aún se sienten en lo profundo de la idiosincrasia mexicana; es por ello que empoderar a las niñas de mi municipio se ha convertido en uno de mis desafíos más tenaces, sobre todo en los lugares donde ha existido una mayor marginación. Sin embargo, sé que lograré hacer de ellas las grandes luchadoras sociales que toda familia necesita. Nuestra gestión pública, de hecho, comenzó ganando esa batalla: desde que di el primer paso al frente del gobierno vallesano, dejé en claro que cada una iba a ver en mí un modelo de vida: hasta el momento, no puedo evitar ver en sus ojos el reflejo de lo que algún día yo misma quise lograr.  

Por lo tanto, pese a los innumerables obstáculos que se cruzan a diario en el sendero de mi actuar como Presidenta, veo siempre la esperanza brillando no al final del camino, sino a mi alrededor, en mi lugar de trabajo con las grandes mujeres que me acompañan, todas ellas dotadas de prodigiosas habilidades y a quienes agradezco todos los días su apoyo. 

Por tal motivo, hoy en día celebro la integridad femenina de mi municipio: somos cada vez más las mujeres que avanzamos para consolidar nuestro bienestar personal y colectivo; celebro también la alegría de un mañana empoderado: la mujer es ya una fuerza autosuficiente capaz de forjar su propio destino; y celebro, en fin, el Valle de Bravo que estamos construyendo: cada hogar, cada familia, cada lugar de trabajo, puede preciarse de tener como eje rector el agudo intelecto de un a mujer.